domingo, 12 de julio de 2009

El Disenso de Washington (I)

Otro de los mitos de la cultura populista es el que define y entiende al llamado "Consenso de Washington" como una gran confabulación de las fuerza fascistas y ultraconservadoras del contienente americano para aplicar políticas públicas tendientes a mantener subyugadas a las grandes mayorías desposeídas y a mantener los grandes beneficios económicos de las perversas transnacionales estadounidenses. En esta entrega (y en la próxima) trato de desmitificar el Consenso, el cual me sigue pareciendo un planteamiento académico razonable que nunca llegó a aplicarse realmente en nuestros países. Ahí les va...

§ POLÍTICAS PÚBLICAS
EL DISENSO DE WASHINGTON (I)
El otro día un amigo abogado opinaba que la crisis económica internacional era una evidencia clara de que el conjunto de políticas llamado “Consenso de Washington” había sido un sonoro fracaso. Traté infructuosamente de explicarle cuán poco tenía que ver una cosa con la otra; al final, acordamos seguir profundizando sobre el tema y surgió la posibilidad de escribir una columna (que en realidad serán dos), donde pueda aclarar que el famoso Consenso no es lo que dicen que es, ni tuvo nunca los poderes extraordinarios que se le atribuyen para causar los efectos que dicen que causó.
En Consenso nació en 1989, cuando el Instituto para la Economía Internacional, con sede en Washington, convocó a una conferencia para economistas latinoamericanos, a quienes se les pasó un cuestionario (redactado por John Williamson) que resumiera el conjunto de medidas que haría falta aplicar en la Región para minimizar las crisis y acelerar el crecimiento económico. Una lista de medidas surgió de esa encuesta en forma de 10 reformas básicas que se bautizaron como “Consenso de Washington” (que es, pues, el resultado de un ejercicio académico, no de un complot internacional).
Las diez reformas eran (1) disciplina fiscal que evitara los grandes déficits que condujeron a las crisis cambiarias e inflacionarias de los ochenta; (2) focalización del gasto público hacia el crecimiento y el combate a la pobreza, lo que implicaba quitar subsidios sectoriales y priorizar gastos en salud, educación e infraestructura; (3) reforma tributaria que ampliara la base con tasas marginales moderadas; (4) liberalización de las tasas de interés (no hablaba de liberalización financiera); (5) tipo de cambio competitivo; (6) liberalización del comercio exterior; (7) apertura a la inversión extranjera (no del total de la cuenta capital de la balanza de pagos); (8) privatización de empresas estatales; (9) desregulación de los mercados (sin abolir normas pro-competencia); y, (10) fortalecimiento de los derechos de propiedad para incentivar la formalidad y el emprendedurismo.Se trataba, pues, de un consenso amplio (con excepción quizá de la medida 5) entre economistas latinoamericanos traumados por la llamada década perdida; el conjunto de reformas incluidas en la lista era coherente, pero obviamente incompleto: no mencionaba políticas anticíclicas, ni el combate a la pobreza o a la inequidad, y hacía abstracción de las realidades institucionales de los distintos países. No era, como erradamente suele afirmarse, un manifiesto “neoliberal” pues brillaban por su ausencia muchas de las recetas neoliberales como el monetarismo, las tasas tributarias bajas, la reducción del estado, o la libre movilidad de capitales. Un grave error cometido por diversos funcionarios gubernamentales y de organismos financieros internacionales fue atribuirle al Consenso un poder que estaba lejos de poseer, pues éste no fue formulado para convertirse en la “receta” mágica a seguir, ni pretendía ser el conjunto de “mejores prácticas” o de los diez mandamientos de la política económica. A lo sumo, era un mínimo común denominador de las políticas consideradas urgentes en la Latinoamérica de 1990 y que, en la práctica, nunca fue aplicado en su totalidad, como veremos en la siguiente entrega cuando toquemos el caso de Guatemala.

Opinión del lector

Alvaro Velásquez - guatemala
en efecto,asi ocurrió, pero luego este recetario cuyo fin era hacer un menu que atrajera tanto a liberales como conervadores en EE.UU, luego fue adoptado por el FMI, el BM y el Departamento del Tesoro, por lo que en el marco de la globalizacion y la urgente necesidad de movilidad de capitales, terminó imponiéndose en aquellos países con problemas macroeconómicos y como una condicion para acceder a creditos internacionales, y también para certificarles si estabane en la onda del libre mercado o del estatismo....

No hay comentarios:

Publicar un comentario

COMENTARIOS DE LOS LECTORES:

ENERGÍA ELÉCTRICA: SE ACABARON LAS VACAS GORDAS

URGEN MEDIDAS PARA EVITAR UN DÉFICIT DE SUMINISTRO   Durante años, el sistema eléctrico nacional tuvo un superávit de oferta; es decir, su c...