viernes, 10 de julio de 2009

¿Se salvará El Salvador?

Luego de una ausencia por vacaciones (los ecnomistas lúgubres también las merecemos), reanudo las entregas de este blog con la columna que publiqué en Siglo XXI el 23 de junio, relacionada con la situación económica en El Salvador que, a mi juicio, es bastante más grave de lo que los guatemaltecos creemos y que puede, por lo tanto, afectarnos en el futuro cercano. Hay que reconoceer que los salvadoreños han sido muy exitosos en vender la idea de que su economía está muy bien y de que han hecho un gran trabajo de reformas estructurales que los pone a la vanguardia de Centroamérica. Las cifras objetivas, sin embargo, no respaldan esa idea, no obstante lo cual el mito de que la economía salvadoreña es más fuerte y avanzada que la guatemalteca persiste en la opinión pública, tal como se puede apreciar en los comentarios que los respetables lectores hacen al final de mi columna. Ahí les va...
§ POLÍTICAS PÚBLICAS

¿SE SALVARÁ EL SALVADOR?

La calificación crediticia de El Salvador sufrió un duro revés la semana pasada cuando Fitch (una de las agencias calificadoras internacionales) no sólo la degradó sino que le dio una perspectiva negativa debido al deterioro e incertidumbre política y económica que manifiesta ese país. El impacto que sobre la economía salvadoreña está teniendo la recesión de los Estados Unidos en mucho mayor que el que se produce sobre Guatemala, no sólo en razón de la reducción de los flujos de capital, de las remesas familiares y de las exportaciones, sino también en razón de la rigidez que entraña una economía oficialmente dolarizada.
Los apuros por los que atraviesa El Salvador son similares a los que enfrentó Argentina a principios de esta década o a los que ahora mismo enfrentan países con tipo de cambio fijo, como Letonia: una recesión (el PIB salvadoreño caerá más de 2.5% este año) generada por un shock internacional, una brusca caída de los flujos de capital hacia el país, y un aumento acelerado del déficit fiscal, de la deuda y del déficit externo. La receta usual para enfrentar este tipo de crisis es una depreciación real del tipo de cambio que restaure rápidamente la competitividad del país; sin embargo, El Salvador no puede hacer uso de tal herramienta porque no tiene moneda qué devaluar y, por ende, la solución sólo puede darse mediante un doloroso ajuste de precios relativos vía una deflación y una caída en los salarios nominales, lo cual implica exacerbar la recesión y empeorar la pobreza.
También las autoridades salvadoreñas deberán adoptar medidas drásticas de recorte del gasto público y de aumento de ingresos tributarios si pretenden reducir el déficit fiscal que rebasará el equivalente al 5% del PIB. Pero ambos tipos de medida son políticamente complejos, particularmente para un gobierno nuevo y sin clara mayoría parlamentaria, debilidades éstas que también dificultarán la aprobación parlamentaria de los cuantiosos préstamos externos que resultan imprescindibles para que la dolarizada economía sobreviva a la sequía de flujos de capital externo.
Claro está que los gobernantes vecinos podrían volver a considerar la posibilidad (como a principios de la campaña electoral) de abandonar la dolarización, pero tal medida tampoco sería fácil ni, mucho menos, indolora. Volver a una moneda nacional (como el Colón) implicaría una reforma institucional prolongada, un riesgo de pérdida de credibilidad internacional (con una reducción mayor de flujos de capital) y, seguramente, una devaluación real que trastornaría los balances de empresas e individuos, muchos de los cuales estarían en incapacidad de pagar sus deudas en dólares, golpeando así al sistema financiero salvadoreño y, posiblemente, al de sus vecinos.La encrucijada económica de El Salvador es una amenaza externa adicional para la economía guatemalteca que debería hacernos reflexionar sobre la necesidad de alcanzar acuerdos internos, reducir la confrontación y enfrentar las amenazas externas utilizando nuestras fortalezas (que las tenemos) en un esfuerzo común. A El Salvador solo puede salvarlo la asistencia financiera extranjera, la austeridad fiscal extrema (por impopular que sea) o algún otro milagro que restaure su credibilidad en el exterior y les permita recuperar el crecimiento económico.

Opinión del lector


Pepe Recinos - Guatemala
No viene el lobo. Es mentira. El Salvador solamente tiene que limitar su presupuesto a lo que percibirá y meter medidas drásticas para lograrlo. Su economía es envidiable, supera ampliamente en PIB per cápita a la economía nuestra y está prácticamente en el lugar 100 del IDH, muy lejos del sótano donde está Guatemala (121) y demás países centroafricanos. Además no hay de qué preocuparse cuando la economía de USA, de la que depende E.S., está en RECUPERACIÓN.


Julio Calderon - EE.UU.
Correcto, al igual que El Salvador, Mexico reporto una baja de un 18% en las llamadas remesas que envian los mexicanos en dolares, que al igual que El Salvador, se ve afectada su economia, producto de la resecion y desaceleracion de las economias a nivel mundial, lo cual es un CICLO que sucede cada 50 anos dicen unos y otros dicen es cada 30 anos.


ROBERTO LOPEZ PORRAS -
El tema de la dolarización de la economia Salvadoreña en época de crisis es un tema abstracto, debido a que será una primera experiencia de la economía Salvadoreña. Similar problema enfrenta Ecuador y Panamá y anteriormente, sin crísis, lo enfrentó Argentina bajo móviles políticos. La política de atarse al dolar la han seguido parcialamente todos los países de la órbita del dolar ante la sobrevaluación del Euro, el Yen Japones, pero la dolarización seguida por El Salvador, Ecuador y Panamá, le trajo beneficios y ahora tambien le traerá costos. El análisis debe ser retrospectivo e integral, el esquema de Costos y Beneficios es util y percibo que habran más beneficios pasados y futuros que costos presentes. Nuestros países no estan preparados para enfrentar los costos de la dolarización en época de crisis, pero si han gozado los beneficios en la larga época de bonanza y El Salvador ha aprovechado económicamente dicho período, fortaleciendo su aparato productivo, su inserción en los mercados internacionales, su capitalizacion internacional y sus reservas para esta época. Sobre diez años o más de bonanza, de disciplina fiscal, monetaria y crediticia, tendrá ahora dos años de crisis, de ajustes y de experiencias. Ojalá que las nuevas autoridades Salvadoreñas sepán enfrentar esta crísis con visión de futuro. Las herramientas que los estrategas económicos usan en una economia dolarizada, son diferentes a los que usan los países No dolarizados oficialmente y estas herramientas no son diferentes a los que usan las economias europeas o Japón o incluso la China Continental que en forma directa o indirecta están altamente dolarizadas. Si en el periodo de bonanza es necesaria la disciplina fiscal, monetaria y crediticia, lo es más en una época de crísis y quizá sea menos doloroso el impacto de la crisis en El Salvador que en Guatemala. Será una evaluación post-crisis, por ahora navegamaos en la abstracción.

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