lunes, 17 de abril de 2023

INFLACIÓN PERSISTENTE

DOS INGREDIENTES SE NECESITAN PARA UNA POLÍTICA ANTI INFLACIONARIA EFECTIVA

El dato de inflación más reciente (a marzo) se ubicó en una tasa interanual de 8.71%, que es más baja que la de 9.92% observada el mes anterior, mientras que la inflación acumulada en los tres primeros meses del año fue de 1.40%, ligeramente inferior a la de 1.89% registrada en marzo de 2022. Ambas cifras pueden leerse con optimismo, pues estarían indicando que, por fin, la inflación está empezando a disminuir, lo cual sería un enorme alivio para los atribulados consumidores guatemaltecos que han visto disminuir su poder adquisitivo desde que empezó la crisis inflacionaria a nivel mundial el año pasado. Sin embargo, las cifras de inflación interanual y acumulada, así como la registrada solo en el mes de marzo (de 0.38%), muestran niveles aún muy por encima de los estándares históricos.

En efecto, la desaceleración de la inflación en marzo señala previsiblemente el inicio de una fase de retorno a valores inflacionarios más acordes con los históricos, lo que se reflejará en una trayectoria descendente de la inflación durante el resto del año; sin embargo, por ahora, se ubica por encima de la meta prevista por la Junta Monetaria y es muy posible que durante varios meses se mantenga aún en niveles anormalmente altos hasta finales de año. Esto implica que los consumidores continuarán sufriendo una sensación de carestía y los encargados de la política económica deberán ingeniárselas para combatir la inflación, todo ello en un ambiente electoral en el que los políticos estarán tentados a prometer medidas ingeniosas para bajar los precios.

La política anti inflacionaria ortodoxa que se ha estado aplicando en todo el mundo consiste en reducir la demanda agregada de la economía mediante el aumento de las tasas de interés (para encarecer el crédito) y una moderación del gasto público. Esta medicina macroeconómica, aunque dolorosa, ha probado ser efectiva a lo largo de la historia, pero no es muy popular entre los líderes políticos, quienes preferirían que las tasas de interés se mantuviesen bajas y quisieran que alguien inventara algún tipo de medida que reduzca la inflación, pero sin encarecer el crédito. Muchos políticos lo han intentado (Erdogan en Turquía, o los Kirchner en Argentina) pero, hasta ahora, nadie lo ha logrado. Para combatir una inflación persistente se requiere que el apretón monetario y fiscal sea también persistente.

Dos ingredientes se necesitan para poder aplicar una política ortodoxa y cauta de combate a la inflación. El primero es un banco central que actúen técnicamente y con independencia de intereses políticos o sectoriales. Afortunadamente en Guatemala tenemos un marco legal que, en la medida en que se respete, apoya el carácter técnico y autónomo del Banco de Guatemala para aplicar la política monetaria que las condiciones inflacionarias actuales demandan. El segundo ingrediente es una política fiscal austera, que apoye y complemente las medidas monetarias. El problema aquí es que en los primeros meses del año la tendencia del gasto público ha claramente expansiva, lo que parece inevitable en un año electoral. Este ingrediente -la austeridad fiscal- será quizá el más difícil de encontrar para combatir la inflación en 2023.

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