lunes, 27 de marzo de 2023

TAIWÁN, HONDURAS, GUATEMALA

EXISTEN MEJORES MANERAS PARA APROVECHAR NUESTRA RELACIÓN ESPECIAL CON TAIWÁN

La importancia geoestratégica de Taiwán es inversamente proporcional al tamaño de su territorio. Está latente el riesgo de que la República Popular China (que reclama la isla como territorio propio) esté tentada -ante su desaceleración económica y un mayor desempleo- a lanzar una ofensiva militar para suscitar apoyo popular, ante lo cual los Estados Unidos se vería compelido a apoyar a los taiwaneses. La posibilidad de un conflicto grave está ahí. En ese contexto, hay un país socio de Taiwán que -por tamaño económico y de población- es el más grande de todos los que mantienen relaciones diplomáticas con la isla. Ese es Guatemala.

Hace seis años solamente 21 países, en todo el mundo, reconocían a Taiwán (los demás, reconocen a la República Popular); hoy ya solo 14 lo hacen (y pronto, cuando Honduras cambie de bando, quedaremos solamente 13). Guatemala es el que más destaca de estos. El PIB de Guatemala es más del doble (y la población, el triple) que el de Paraguay -que es el segundo país más grande del mundo con relaciones diplomáticas con Taipei-. De manera que somos un aliado estratégico clave de uno de los países geopolíticamente más importantes de la actualidad. Y parece que no somos capaces de aquilatar esa realidad.

Recientemente, el gobierno de Honduras (uno de los 14) anunció la decisión de cambiar su lealtad hacia China Popular (a pesar de que hacerlo ha rendido resultados muy por debajo de lo esperado en otros países vecinos que lo han hecho antes). Previo al anuncio, funcionarios hondureños le propusieron a Taiwán que, para revertir tal decisión, le diera US$2.5 millardos a Honduras para refinanciar su deuda externa (incluyendo US$600 millones que le deben a Taiwán). El gobierno taiwanés no accedió a la extorsiva petición.

Evidentemente, existen maneras más elegantes de sacar mejor provecho de nuestra sociedad estratégica con Taiwán, distintas de pedir que nos construyan un estadio de fútbol o una carretera que tarda siglos en construirse, o que nos paguen una firma de cabilderos en Washington. La defección de Honduras genera una nueva oportunidad para Guatemala, al liberar más de US$500 millones de asistencia taiwanesa al exterior. Nuestro país podría aprovechar al menos una parte de esos recursos para establecer un fondo soberano (destinado, digamos, a infraestructura) o una línea de crédito de inversión con una gobernanza transparente y eficaz; o podría pedir a la isla que, si lo prefiere, lo haga a nivel regional con el BCIE (si se logra reorganizar y despolitizar ese organismo financiero). O podría pensarse en profundizar el comercio bilateral mediante un tratado integral de libre intercambio. O, incluso, podríamos aprovechar la solidez institucional de Taiwán (su sistema de servicio civil, por ejemplo; o su sistema electoral, ambos reconocidos por su eficiencia y efectividad) para brindarnos asistencia técnica. Lo importante es cobrar conciencia de nuestra relación especial con Taiwán, revalorarla, reinventarla y sacarle provecho a largo plazo.

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