lunes, 2 de mayo de 2022

EL CRECIMIENTO COMO PRIORIDAD

¿QUÉ TIPO DE CRECIMIENTO? UNO QUE SEA MÁS RÁPIDO, MÁS SOSTENIBLE Y MÁS INCLUYENTE

Después de la rápida recuperación económica en 2021-22, las perspectivas para los próximos años son de retornar al crecimiento habitual (de un 3.5 por ciento anual) que, por desgracia, resulta mediocre cuando se compara al de otros países con similar nivel de desarrollo, e insuficiente cuando se compara con las tasas de crecimiento que se necesitan para mejorar significativamente los indicadores de bienestar de la población.

Muchos críticos de las políticas centradas en el crecimiento afirman que otros objetivos -como la igualdad o el ambiente- deberían ser prioritarios. En realidad, el crecimiento económico, la inclusión social y la sostenibilidad (política y ambiental) no son objetivos excluyentes, sino complementarios. El principal desafío de las políticas públicas para los próximos años es crear una ruta que conduzca a un crecimiento más rápido, más sostenible y más incluyente. Esas tres dimensiones juntas generarán la futura prosperidad, pero de las tres, el crecimiento es la fundamental porque sin él, ni la sostenibilidad ni la inclusión son posibles. El propósito del crecimiento económico no debe ser solo el de aumentar la riqueza, sino también el de lograr un bienestar más amplio. Ese crecimiento puede favorecer la inclusión al crear igualdad de oportunidades y generar un progreso de base amplia que reduzca la desigualdad y aumente la dignidad del trabajo.

El crecimiento es clave para promover los otros dos elementos porque, primero, genera empleos y con ellos aumenta los ingresos y el nivel de vida. Genera también seguridad y resiliencia, alivia la pobreza y promueve la educación. Así, el crecimiento económico también puede ayudar a la inclusión social cuando aumenta los ingresos de quienes están en la base de la pirámide social, lo cual coadyuva a su sostenibilidad sociopolítica. Y el crecimiento también puede tener un efecto positivo sobre la sostenibilidad ambiental si los excedentes que genera se canalizan, por ejemplo, a financiar inversiones de descarbonización y descontaminación. Pero este tipo de del crecimiento económico virtuoso no es automático. Las economías no siempre han salido de las recesiones con un crecimiento fuerte y sostenido.

La clave es aumentar la productividad sistémica, que es el principal motor del crecimiento económico. Es la única forma sostenible de hacer crecer una economía a largo plazo. Pero la tendencia de la productividad en nuestra economía se ha estancado (o disminuido) en las últimas décadas. En pocos años, nuestra transición demográfica habrá terminado y la expansión de la fuerza laboral ya no será el gran motor del crecimiento económico. Los tres factores que pueden generar más productividad son la adopción de nuevas tecnologías, los conocimientos y educación de la fuerza laboral, y, sobre todo, las instituciones eficientes que den certeza a los agentes económicos. Dar prioridad a estos tres factores requiere de un esfuerzo armonioso de las empresas, los gobiernos y la sociedad civil para reparar y mantener el tejido social, sin el cual resulta imposible generar un ambiente de confianza que viabilice los intercambios (económicos, sociales, culturales) que se necesitan para que exista prosperidad y bienestar para todos.

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