lunes, 28 de marzo de 2022

UNA NUEVA OPORTUNIDAD

 LAS ECONOMÍAS DE PANAMÁ Y COSTA RICA ESTÁN APROVECHANDO EL “NEARSHORING”. GUATEMALA DEBERÍA APURARSE

Durante décadas, las empresas de los países industrializados favorecieron el offshoring (o deslocalización) para subcontratar muchos de sus procesos de negocios en otros países (principalmente de Asia) para reducir sus costos de operación y mano de obra. Hace un lustro, diversas amenazas geoestratégicas empezaron a manifestarse -agravadas ahora por la pandemia de Covid-19 y la guerra en Ucrania- y han persuadido a empresas y gobiernos de esos países a implementar estrategias de continuidad comercial y gestión de riesgos de la cadena de suministro con socios regionales, geográficamente más cercanos, en una estrategia conocida como nearshoring. La administración Biden emitió en 2021 una orden ejecutiva sobre “cadenas de suministro resilientes” y el BID estima que el nearshoring traerá a Latinoamérica unos 70 millardos de dólares.

Esto abre grandes oportunidades de inversión y crecimiento que ya están siendo aprovechadas por países como Costa Rica, Panamá y la República Dominicana, que han firmado la alianza del Triángulo Democrático para afinar los mecanismos de nearshoring y atracción de inversiones, que fomenta los sectores de zonas francas, servicios y tecnología. Panamá ha reconfigurado las cadenas globales de suministro: solo en 2021 autorizó 18 nuevas licencias para empresas multinacionales extranjeras y, en total, el Ministerio de Comercio cuenta ya con más de 175 licencias activas de empresas multinacionales. Costa Rica, por su parte, está aprovechando no solo su ubicación, sino también su política de libre comercio exterior, seguridad jurídica, apertura a los mercados y trato especial a empresas en zonas francas, la que han significado en los últimos meses grandes inversiones como las de Intel, Terumo, SAE-A Spinning y Bayer (que suman un millardo de dólares).

Diversos empresarios y analistas coinciden en que Costa Rica y Panamá tienen ventajas competitivas respecto de otros países de la Región: calidad del capital humano, capacidad de innovación, trayectoria histórica de apertura comercial, tradiciones democráticas, relativamente baja conflictividad y, sobre todo, seguridad jurídica en ambos países. Guatemala (y el resto de países de la Región) debería centrarse en esos factores para no desperdiciar esta ventana de oportunidad.

El actual entorno de apremiantes intereses geopolíticos, intercambios económicos inciertos, olas de migración ilegal y remesas familiares abundantes, hace que los destinos de Estados Unidos y Guatemala estén muy entrelazados. Aprovechar el nearshoring y atraer inversiones a nuestro país requiere de un esfuerzo propio y del apoyo estadounidense -con mucha imaginación y voluntad política- para avanzar en áreas como el desarrollo de infraestructura, la profundización de la digitalización, la capacitación de la fuerza laboral, y la construcción de zonas empresariales que apoyen las cadenas de suministro globales. En particular, la creación de un ecosistema integral para mejorar la eficiencia del aparato productivo requiere de una mejora continua del marco institucional y regulatorio, de la certeza jurídica y de la paz social. De lo contrario, Costa Rica y Panamá nos seguirán dejando a la zaga.

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