ES NECESARIO
SALVAGUARDAR LA SOSTENIBILIDAD FISCAL Y EVITAR EL DESPERDICIO DE RECURSOS
El Congreso decidió no enviar, para su sanción, el
Presupuesto del Estado que había aprobado la semana previa. Incluso si ese
archivo (que algunos califican de anómalo) no se hubiese producido (o si se
revirtiera), el Ejecutivo posiblemente lo vetaría, por lo que cuando se inicie
el ejercicio fiscal 2021 quedará vigente el presupuesto del año previo. Dado
que este último tuvo un carácter extraordinario -debido a la pandemia- resulta
imprescindible readecuarlo, para cuyo efecto el Ejecutivo deberá enviar un
proyecto de ley que incluya modificaciones en al menos tres áreas.
Modificaciones para salvaguardar la sostenibilidad
fiscal y evitar que la creciente deuda pública provoque una crisis. Es
necesario reducir el techo de gasto en función de los ingresos esperados, a efecto
de que el déficit fiscal en 2021 no exceda de un 4% del PIB; esto cual no
debería ser muy complicado si se toma en cuenta que los Q11 millardos que, de
forma extraordinaria, le prestó el banco central al gobierno en 2020 para
atender la crisis, ya n pueden existir en 2021. Además, es importante incluir
en las reformas la obligación de reducir gradualmente el déficit a un máximo
del 2% del PIB en un plazo de 3 años.
Modificaciones para mejorar la calidad de gasto y
minimizar el desperdicio de recursos. Esto requiere blindar los fondos destinados
a la reactivación económica (creando, por ejemplo, fondos específicos para
nutrición, salud, riego e infraestructura, con una gobernanza y reglas
específicas, creando fondos de garantía y prohibiendo las transferencias de
tales partidas a otros fines). Además, que los proyectos de infraestructura
vial, previo a recibir desembolsos, cuenten con estudios de factibilidad y de
impacto socio-económico. Asimismo, revisar los posibles excesos de los pactos
colectivos firmados con sindicatos de empleados públicos y regular la futura
firma de los mismos sujetándolos a la opinión del Ministerio de Finanzas respecto
de su viabilidad financiera. Asimismo, prohibir tajantemente que se utilicen
recursos obtenidos de la deuda púbica para financiar gastos corrientes.
Y modificaciones para mejorar la transparencia y domar
la desbocada corrupción. Entre estas, deben limitarse al mínimo legal los
recursos destinados a los Codedes, y que estos, las municipalidades y demás
entidades autónomas que reciben fondos públicos se sometan a los mecanismos de
control y rendición de cuentas (el SIAF y el SICOIN). También retomar los
candados para las transferencias de efectivo y obligar a que se verifiquen las bases
de datos de los programas sociales. Asimismo, eliminar recursos destinados a
ONGs que no los hayan recibido en años anteriores.
Estas modificaciones serían las mínimas para adecuar
de una mejor manera el presupuesto para 2021, pero no resuelven los problemas
estructurales de rigidez y opacidad. Para ello, será necesario emprender
reformas institucionales cruciales, tales como las del Servicio Civil y del
sistema de control del gasto (que incluye a la Contraloría de Cuentas). Este es
el reto de largo plazo.
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