Todo endeudamiento público debe explicitarse transparentemente en las cifras del presupuesto -en vez de ocultarse en las normas presupuestarias-
La semana pasada comentamos algunos problemas
estructurales del presupuesto cuya corrección es casi imposible en la ley anual
que aprobaría el presupuesto del Estado para 2020. Hoy, y la próxima semana,
nos referiremos a otros aspectos del proyecto de presupuesto que sí es factible
corregir en el dictamen que va a emitir la Comisión de Finanzas del Legislativo.
Uno es que los ingresos previstos en el referido
proyecto están evidentemente sobrestimados: supone que los ingresos tributarios
de 2019 cerrarán en Q64 millardos (cuando difícilmente alcanzarán los Q61
millardos) y, de allí, supone que en 2020 llegarán hasta Q67 millardos,
incluyendo un “bolsón” de ingresos por Q1.5 millardos de fuentes inciertas y no
especificadas. La sobrestimación de ingresos, con un techo de gasto
presupuestado de Q91.9 millardos, significaría que el déficit fiscal en 2020
superaría los Q17.7 millardos, equivalente a un 2.6% del PIB.
Este déficit conllevaría un aumento equivalente en el
saldo de la deuda pública que la haría exceder los parámetros de prudencia y pondría
en riesgo la sostenibilidad fiscal en el mediano plazo. En efecto, de
materializarse tal déficit, la deuda pública equivaldría a más del 166% de los
ingresos tributarios (superior al 150% que expertos internacionales señalan como
un límite tolerable), lo cual enviaría un mensaje de alarma a la banca
internacional y podría perjudicar la calificación de riesgo-país, afectando el
acceso (público y privado) al crédito internacional.
Encima de esto, en las normas presupuestarias presentadas
al Congreso se incluyen montos importantes que pre-aprobarían endeudamiento
adicional (no revelados en las cifras del presupuesto) hasta por Q8 millardos para
cubrir una serie de gastos (incluyendo infraestructura). De aprobarse esas
normas y de colocarse toda esa deuda en 2020, el déficit superaría el
equivalente al ¡3.6% del PIB! Algunos de los proyectos previstos en dichas
normas son muy loables y necesarios, pero el mecanismo planteado para
financiarlos (endeudamiento público masivo, no explicitado en las cifras del
presupuesto) es, cuando menos, anómalo.
Es de esperar que un ministro de finanzas conocedor de
la materia (como el nominado por el gobierno entrante) evitaría prudentemente
utilizar todo el cupo que se pide “pre-ampliar” en las normas presupuestarias
presupuestas. Sin embargo, aunque solo se endeudara por cien quetzales, el
procedimiento propuesto de autorizar “pre-ampliaciones” sentaría un peligroso precedente:
el día que el ministro de finanzas sea alguien propenso a gastar irresponsablemente,
podría recurrir a este anómalo mecanismo para inflar desmedidamente el gasto
público y el déficit fiscal. Todo endeudamiento público debe explicitarse
transparentemente en las cifras del presupuesto, y no esconderse en las normas
presupuestarias.
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