Existe un amplio campo para mejorar la fiscalización del gasto público, tanto con medidas administrativas como con reformas al marco legal
Si el Estado ha de cumplir con sus funciones
fundamentales (proveer servicios públicos básicos de seguridad, justicia,
salud, educación e infraestructura) es imprescindible que el correspondiente gasto
público se efectúe con transparencia y eficiencia, lo cual, a su vez, requiere
de un sistema eficaz de fiscalización y control de dicho gasto. La semana
pasada fui invitado a un foro organizado por FUNDESA para discutir la situación
y opciones de mejora del sistema de control del gasto gubernamental.
Un punto a resaltar es que el control del gasto
público no es asunto de una sola institución, sino que requiere de un sistema
coordinado de fiscalización y rendición de cuentas que, en Guatemala, debe
sostenerse en tres pilares: primero, la Contraloría General de Cuentas, que es el
ente fiscalizador por excelencia; segundo –un pilar hasta ahora ignorado y
desperdiciado- las Unidades de Auditoría Interna –UDAIs- que debe tener todo
ente estatal (o, en el caso de las instituciones autónomas, sus auditorías
externas); y, tercero, el propio Congreso de la República que, además de sus
roles de legislación y representación, debe cumplir un rol básico de controlar
las acciones del gobierno.
En el eficaz funcionamiento de este sistema debe
descansar la prevención y el combate a la corrupción que, idealmente, debería tener
un énfasis preventivo, en vez de uno punitivo como el que se aplicó en nuestro
país desde que la Cicig destapó el caso La Línea en 2015: debido a que la vía
administrativa fue incapaz de detectar ilícitos en el gasto público, tuvieron
que ser los entes de persecución penal los que se activaron para combatirlos.
Para que los mecanismos penales –que deberían ser de última instancia- no se
conviertan en la única alternativa para combatir la corrupción, es preciso
reformar y fortalecer los sistemas preventivos de fiscalización y control del
gasto gubernamental.
Existe un amplísimo margen para mejorar el sistema de
control del gasto público mediante cambios administrativos profundos y reformas
al marco legal vigente. En el ámbito administrativo, por ejemplo, la
Contraloría debería reducir la arbitrariedad e inconsistencia de sus hallazgos
adoptando estándares, uniformando criterios y estableciendo precedentes
sistemáticamente. El gobierno debería elevar el estatus y el accionar de las UDAIs
de cada ministerio con una visión preventiva de manejo de riesgos. Y el
Congreso debería establecer procedimientos por escrito para cumplir acuciosamente
y con plazos perentorios su obligación de aprobar –o improbar- la ejecución
presupuestaria del gobierno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
COMENTARIOS DE LOS LECTORES: