La economía de
Guatemala ha crecido durante décadas de manera estable, pero
insatisfactoriamente lenta. El crecimiento promedio del Producto Interno Bruto
–PIB- de 3.1% anual registrado en la última década es significativamente más
lento que el 5.6% anual de otros 56 países (excluyendo China) calificados como
economías emergentes y que solían tener –hace cuatro décadas- un nivel de
desarrollo similar al de Guatemala. Nuestro país se está quedando muy rezagado
debido a la ineficacia institucional que a la postre redunda en un escaso
dinamismo económico y en la persistencia de la pobreza en amplios segmentos de
la población.
Casi tres
cuartas partes del crecimiento de nuestra economía provienen de la expansión de
la fuerza de trabajo (derivada del crecimiento poblacional) y no de un aumento
de la productividad, que apenas aporta cada año un promedio de 0.3 puntos del
crecimiento del PIB (menos de la décima parte de lo que la productividad aporta
al crecimiento de las 56 economías emergentes ya mencionadas). El crecimiento
de la población trabajadora como proporción de la población total pronto se
revertirá, lo que significa que, en el futuro próximo, el crecimiento económico
solo podrá provenir de una mayor productividad.
Encontrar formas
de incrementar la productividad es la clave del futuro económico de Guatemala.
En un reciente estudio que realizó McKinsey (una consultora internacional) para
otros países latinoamericanos que comparten preocupaciones similares a las
nuestras en cuanto a su lento crecimiento económico, se identificaron “dos términos-medio
que faltan” y cuya ausencia mantiene atrasada a la Región: uno es la mediana
empresa y el otro es la clase media.
Por un lado, una
buena cantidad de empresas de tamaño medio puede impulsar el crecimiento y
generar empleos bien pagados; sin embargo, nuestros países muestran una
polarización entre unas pocas (y muy modernas) grandes empresas y una miríada de pequeñas empresas de baja
productividad. El segmento medio de empresas hace falta para dinamizar el
crecimiento, en la medida en que tales empresas, según McKinsey, son más
proclives a invertir en nuevas tecnologías y en adoptar sistemas modernos que
incrementen la productividad. El otro término-medio que hace falta es el de un
conjunto significativo de consumidores de clase media cuyos ingresos provengan
de empleos productivos y se traduzca en un mercado pujante con una mayor capacidad
de compra.
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