lunes, 3 de junio de 2019

Crecimiento e Inclusión: el Doble Desafío

Encontrar formas de incrementar la productividad es la clave del futuro económico de Guatemala.

La economía de Guatemala ha crecido durante décadas de manera estable, pero insatisfactoriamente lenta. El crecimiento promedio del Producto Interno Bruto –PIB- de 3.1% anual registrado en la última década es significativamente más lento que el 5.6% anual de otros 56 países (excluyendo China) calificados como economías emergentes y que solían tener –hace cuatro décadas- un nivel de desarrollo similar al de Guatemala. Nuestro país se está quedando muy rezagado debido a la ineficacia institucional que a la postre redunda en un escaso dinamismo económico y en la persistencia de la pobreza en amplios segmentos de la población.

Casi tres cuartas partes del crecimiento de nuestra economía provienen de la expansión de la fuerza de trabajo (derivada del crecimiento poblacional) y no de un aumento de la productividad, que apenas aporta cada año un promedio de 0.3 puntos del crecimiento del PIB (menos de la décima parte de lo que la productividad aporta al crecimiento de las 56 economías emergentes ya mencionadas). El crecimiento de la población trabajadora como proporción de la población total pronto se revertirá, lo que significa que, en el futuro próximo, el crecimiento económico solo podrá provenir de una mayor productividad.

Encontrar formas de incrementar la productividad es la clave del futuro económico de Guatemala. En un reciente estudio que realizó McKinsey (una consultora internacional) para otros países latinoamericanos que comparten preocupaciones similares a las nuestras en cuanto a su lento crecimiento económico, se identificaron “dos términos-medio que faltan” y cuya ausencia mantiene atrasada a la Región: uno es la mediana empresa y el otro es la clase media.

Por un lado, una buena cantidad de empresas de tamaño medio puede impulsar el crecimiento y generar empleos bien pagados; sin embargo, nuestros países muestran una polarización entre unas pocas (y muy modernas) grandes empresas  y una miríada de pequeñas empresas de baja productividad. El segmento medio de empresas hace falta para dinamizar el crecimiento, en la medida en que tales empresas, según McKinsey, son más proclives a invertir en nuevas tecnologías y en adoptar sistemas modernos que incrementen la productividad. El otro término-medio que hace falta es el de un conjunto significativo de consumidores de clase media cuyos ingresos provengan de empleos productivos y se traduzca en un mercado pujante con una mayor capacidad de compra.

Para que surjan estos dos términos-medio se requiere de una estrategia de país y de un compromiso político que, hasta ahora, han sido imposibles de lograr en Guatemala. En Latinoamérica ha habido unos pocos casos exitosos (Colombia, Perú y, especialmente, Chile) que han logrado encontrarlos y, consecuentemente, han atendido simultáneamente el doble desafío del crecimiento económico y la inclusión social. Estos casos de éxito tienen un factor común: su apuesta por mejorar la eficacia del Estado y reformar sus instituciones, con lo cual han establecido un ambiente propicio para los negocios y el emprendimiento, han creado mejores empleos que promueven una clase media pujante y han modernizado la provisión de servicios gubernamentales. Ese es el ejemplo a seguir.

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