Al estar vigente el gatopardista paquete de reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos aprobado en 2016, el TSE se enfrenta, como pocas veces en su historia, a múltiples y delicados desafíos de cara al proceso electoral de 2019
El proceso electoral que está a dos semanas de
arrancar se vislumbra lleno de incertidumbres. Pocas veces en la historia el
Tribunal Supremo Electoral –TSE- se había encontrado con tantos desafíos –y con
tan poco tiempo para solventarlos- como ahora, cuando deberán aplicarse las
nuevas reglas del juego. Algunas de estas reglas, pobremente concebidas y peor
redactadas en el gatopardista paquete de reformas a la Ley Electoral y de
Partidos Políticos que aprobó el Congreso en 2016, serán una prueba de fuego
para la autoridad electoral.
Entre los principales retos que deberá enfrentar el
TSE en 2019 destaca el de distinguir proselitismo partidario de campaña
electoral. Esta distinción es importante, no solo para definir correctamente
cuándo los partidos políticos incurren en campaña electoral anticipada (falta
cuyas sanciones son muy severas), sino también para fomentar el necesario
proselitismo y formación política al interno de los partidos. En las
democracias avanzadas, los líderes políticos mantienen un presencia permanente
en la opinión pública, externando sus opiniones y criterios respecto del
quehacer gubernamental, lo cual es sano y necesario para que los ciudadanos
formemos criterio respecto de las distintas opciones políticas. Hasta ahora, el
TSE no ha logrado aclarar en sus reglamentos este aspecto crucial para la vida
democrática del país: una reglamentación excesiva que reprima el proselitismo y
la opinión de los líderes políticos puede dañar la esencia misma de la
democracia.
De manera similar, el TSE debe aclarar en un
reglamento cómo se interpreta el tema de “publicitar la imagen” personal, pues
una interpretación rígida de la reforma legal aprobada podría significar que
cualquier ciudadano que haya emitido opiniones políticas (en las redes
sociales, por ejemplo) durante los meses anteriores al inicio de la campaña
electoral podría quedar inhabilitado para participar como candidato.
El complejo asunto de cómo el TSE va a distribuir la
propaganda electoral también debe regularse cuidadosamente para no perjudicar
ni a los partidos políticos –con poca equidad en la distribución de espacios
publicitarios- ni a los medios de comunicación –confiscándoles sus espacios
comercialmente más valiosos-, además de incluir explícitamente (tarea casi imposible)
la manera en que tales disposiciones se aplicarán a las cada vez más influyentes
redes sociales. Asimismo, el espinoso tema del financiamiento electoral debe
reglamentarse pues quedó legislado con disposiciones tan exageradas como la de
que cualquier apoyo dinerario o en especie (por ejemplo, la donación de cinco
gallinas a un candidato por parte de un simpatizante) debe ser registrado en un
libro especial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
COMENTARIOS DE LOS LECTORES: