La fugaz visita de la embajadora de los Estados Unidos
de América ante las Naciones Unidas, Nikki Haley, a Honduras y Guatemala la
semana anterior, se produjo en un entorno de incertidumbre política y económica
en ambos países y, tratándose de la enviada especial del Presidente Donald
Trump, levantó expectativas respecto de los motivos de fondo que obligaron a la
embajadora a distraer su ocupada agenda en el Consejo de Seguridad de la ONU
para dedicar unas horas de su tiempo a visitar estos dos convulsos países del
Triángulo Norte de Centroamérica.
Para comprender las presumibles razones de su visita,
conviene revisar que las prioridades de la agenda de los Estados Unidos para estos
países, incluyendo especialmente Guatemala, se han centrado claramente en años
recientes en tres temas fundamentales: el narcotráfico y sus flujos
financieros; la migración ilegal –incluyendo la masiva migración de menores
indocumentados; y, las seguridad regional y sus instituciones. El objetivo es evitar
que los países del Triángulo Norte nos convirtamos en estados fallidos que sean
terreno fértil para actividades terroristas y, por ende, una amenaza grave para
la seguridad nacional estadounidense.
La agenda estadounidense no solo está explícitamente
plasmada en la estrategia oficial del Departamento de Estado hacia
Centroamérica (https://www.state.gov/p/wha/rt/strat/index.htm),
sino que forma parte de un acuerdo bipartidista (republicano-demócrata)
explicitado en el propio presupuesto gubernamental (Ley de Asignaciones Consolidadas
de 2014 a 2017). Para minimizar los riesgos de que Guatemala, Honduras y El
Salvador se conviertan en amenazas a la seguridad nacional de Estados Unidos,
la referida agenda señala como principales caminos, por un lado, la lucha en contra
de la corrupción y en pro de construir un estado de derecho y, por otro, la inversión
social (particularmente en las áreas más deprimidas del país) para contener la
migración ilegal.
No es de extrañar que estos temas hayan sido
precisamente sobre los cuales la embajadora Haley (una estrella creciente en la
filas del Partido Republicano) hizo hincapié durante su visita a Guatemala.
Aunque algún analista haya afirmado que el rango de la funcionaria es demasiado
alto y sus funciones demasiado específicas como para creer que su principal
objetivo haya sido venir a dejar un mensaje a las autoridades gubernamentales y
a otros líderes del país, sería muy ingenuo negar que, efectivamente, la visita
de la embajadora dejó un mensaje muy preciso, que puede resumirse en tres temas.
Primero, que es menester garantizar que la elección de
Fiscal General sea transparente y que los seleccionados por la Comisión de
Postulación sean personas comprometidas con las prioridades antes mencionadas.
Segundo, que las fuerzas de seguridad deben renovar su compromiso con la lucha
contra el narcotráfico y el crimen organizado, incluyendo el ejercido por las
maras, pues estas actividades constituyen una amenaza para la seguridad nacional
de los Estados Unidos. Y, tercero, reiterar el apoyo firme del gobierno
estadounidense a la lucha contra la corrupción, como política global, haciendo
explícito el respaldo a CICG y al Comisionado Iván Velásquez.
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