La mala noticia es que las políticas económicas anunciadas por Trump durante su campaña electoral serían -en general- negativas para Guatemala. La buena noticia es que es muy poco probable que algún día se lleguen a aplicar.
Durante su campaña electoral, el ahora presidente
electo de los Estados Unidos anunció varias medidas de política que, si se
llegan a aplicar (lo cual podría nunca ocurrir, tratándose de promesas de
campaña) tendrían repercusiones, directa o indirectamente, sobre la economía
guatemalteca.
En su plan de acción, Trump enfatizó el objetivo de
proteger el empleo estadounidense mediante medidas proteccionistas, entre las
que incluye: renegociar o denunciar tratados de libre comercio (incluyendo el
NAFTA); elevar tarifas (aranceles) sobre bienes importados para proteger la
producción de bienes locales; declarar oficialmente a China como “manipulador cambiario”
e identificar abusos comerciales-laborales que cometan otros países en
perjuicio del empleo estadounidense (con posibles sanciones); y, facilitar la
producción de fuentes de energía doméstica (incluyendo petróleo, shale y gas natural).
Trump también ofreció medidas para restaurar la
seguridad nacional con potenciales repercusiones económicas, entre las que se
incluyen: deportar a millones de inmigrantes ilegales con antecedentes
criminales; aumentar sensiblemente el gasto militar y de seguridad estratégica;
y, restringir la inmigración desde países que se juzguen incapaces de
identificar los antecedentes (terroristas) de los potenciales migrantes.
En el área fiscal, Trump ofreció un plan de alivio
(reducción) de impuestos sobre la renta y una simplificación tributaria que,
aunados a un plan de facilitación de regulaciones y eliminación de
restricciones a ciertas actividades (como la energética) generaría un aumento
de la actividad económica que podría (según él) duplicar el crecimiento del PIB
y pagar la totalidad de la deuda pública.
En el corto plazo todas
esas políticas (si llegan a aplicarse) tardarán en tener algún impacto y, sin
lo tienen, hasta podría ser positivo en términos de crecimiento de la economía
estadounidense. Pero en el mediano plazo, para países como Guatemala podrían
tener repercusiones –no del todo positivas-, pues se trata de medidas
claramente proteccionistas, de tono nacionalista (algunas muy radicales que,
aunque no guste reconocerlo a los admiradores de Trump, rayan en el populismo).
Las restricciones
comerciales que favorece el nuevo presidente republicano perjudicarían
directamente a las exportaciones guatemaltecas y, en general, al comercio
mundial. El desequilibrio fiscal que ocasionarían las políticas de Trump
impactaría en la inflación y en las tasas de interés internacionales,
encareciendo el financiamiento externo que Guatemala necesita. Y, aunque lo
anterior podría propiciar una depreciación del quetzal que dé algún alivio a
los exportadores, las restricciones migratorias podrían tener un impacto mucho más
negativo, al implicar una reducción de los flujos de remesas familiares, factor
clave en el que se ha sustentado nuestra demanda interna (y el crecimiento
económico) en los últimos años.
Pienso que la mayoría de promesas que hablo en la campaña serán eso para la campaña. No creo que cumpla ni la mitad de lo que dijo
ResponderEliminarEfectivamente es como el fiambre de restaurante, no lo ofrecen precioso como en las fotos, y cuando lo sirven, hasta olor a rancio tienen. Ahora en serio, creo que es una oportunidad para tener una política de promoción comercial de productos no tradicionales pero a mercados no tradicionales, debemos tener una matriz de mercado externo en la que el peso de nuestras exportaciones no recaiga solo en un mercado tradicional, aunque sea el mercado mas grande del mundo. Es apuntar a lo obvio. En cuanto al empleo, definitivamente es imperativo diseñar una política que estimule integralmente a los migrantes a formar capital y activos. Que mejor que atraer inversión nacional expatriada, pero con estímulos reales, tanto en el marco normativo, procedimental como formativo. No se puede meter mano a las remesas, pero si se pueden canalizar, por ejemplo bonificandola, abriendo el mercado de títulos valor, constituyéndose como garantías. Utilizar las inversiones privadas procedentes de remesas asociadas, como atractor de inversiones publicas en infraestructura básica de producción, focalizada en los lugares de origen de los migrantes. Es muy importante pensar fuera del cuadro. Se que es difícil salirse de la esfera de influencia, por lo tanto hay que utilizarla como se hace con el tai chi chuan... nuestra pobreza se ancla en la dependencia mental y normativa de quienes dirigen.. mentes brillantes, cuadradas al cuadro...como romper con la dependencia mental de las masas si quienes lideran son mas dependientes?
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