lunes, 21 de noviembre de 2016

Trump y la economía (de Guatemala)

La mala noticia es que las políticas económicas anunciadas por Trump durante su campaña electoral serían -en general- negativas para Guatemala. La buena noticia es que es muy poco probable que algún día se lleguen a aplicar.

Durante su campaña electoral, el ahora presidente electo de los Estados Unidos anunció varias medidas de política que, si se llegan a aplicar (lo cual podría nunca ocurrir, tratándose de promesas de campaña) tendrían repercusiones, directa o indirectamente, sobre la economía guatemalteca.

En su plan de acción, Trump enfatizó el objetivo de proteger el empleo estadounidense mediante medidas proteccionistas, entre las que incluye: renegociar o denunciar tratados de libre comercio (incluyendo el NAFTA); elevar tarifas (aranceles) sobre bienes importados para proteger la producción de bienes locales; declarar oficialmente a China como “manipulador cambiario” e identificar abusos comerciales-laborales que cometan otros países en perjuicio del empleo estadounidense (con posibles sanciones); y, facilitar la producción de fuentes de energía doméstica (incluyendo petróleo, shale y gas natural).

Trump también ofreció medidas para restaurar la seguridad nacional con potenciales repercusiones económicas, entre las que se incluyen: deportar a millones de inmigrantes ilegales con antecedentes criminales; aumentar sensiblemente el gasto militar y de seguridad estratégica; y, restringir la inmigración desde países que se juzguen incapaces de identificar los antecedentes (terroristas) de los potenciales migrantes.

En el área fiscal, Trump ofreció un plan de alivio (reducción) de impuestos sobre la renta y una simplificación tributaria que, aunados a un plan de facilitación de regulaciones y eliminación de restricciones a ciertas actividades (como la energética) generaría un aumento de la actividad económica que podría (según él) duplicar el crecimiento del PIB y pagar la totalidad de la deuda pública.

En el corto plazo todas esas políticas (si llegan a aplicarse) tardarán en tener algún impacto y, sin lo tienen, hasta podría ser positivo en términos de crecimiento de la economía estadounidense. Pero en el mediano plazo, para países como Guatemala podrían tener repercusiones –no del todo positivas-, pues se trata de medidas claramente proteccionistas, de tono nacionalista (algunas muy radicales que, aunque no guste reconocerlo a los admiradores de Trump, rayan en el populismo).

Las restricciones comerciales que favorece el nuevo presidente republicano perjudicarían directamente a las exportaciones guatemaltecas y, en general, al comercio mundial. El desequilibrio fiscal que ocasionarían las políticas de Trump impactaría en la inflación y en las tasas de interés internacionales, encareciendo el financiamiento externo que Guatemala necesita. Y, aunque lo anterior podría propiciar una depreciación del quetzal que dé algún alivio a los exportadores, las restricciones migratorias podrían tener un impacto mucho más negativo, al implicar una reducción de los flujos de remesas familiares, factor clave en el que se ha sustentado nuestra demanda interna (y el crecimiento económico) en los últimos años.

Pero quizá no haya que preocuparse demasiado. El plan económico de Trump es inconsistente por donde se le mire (reduce impuestos pero eleva aranceles, paga la deuda pero sube el gasto, elimina restricciones pero obstruye el mercado laboral). Por su parte, los republicanos, que tienen mayoría en las dos cámaras legislativas, no tolerarán un aumento desmedido del déficit fiscal. Y la realidad hará ver al nuevo presidente que es más fácil prometer en campaña, que incidir desde el gobierno en las variables económicas. Pronto habrá de percatarse de que no es factible reactivar la economía simplemente mediante decretos ejecutivos. Eso, ojalá, lo tornará más pragmático y menos dogmático.

2 comentarios:

  1. Pienso que la mayoría de promesas que hablo en la campaña serán eso para la campaña. No creo que cumpla ni la mitad de lo que dijo

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  2. Efectivamente es como el fiambre de restaurante, no lo ofrecen precioso como en las fotos, y cuando lo sirven, hasta olor a rancio tienen. Ahora en serio, creo que es una oportunidad para tener una política de promoción comercial de productos no tradicionales pero a mercados no tradicionales, debemos tener una matriz de mercado externo en la que el peso de nuestras exportaciones no recaiga solo en un mercado tradicional, aunque sea el mercado mas grande del mundo. Es apuntar a lo obvio. En cuanto al empleo, definitivamente es imperativo diseñar una política que estimule integralmente a los migrantes a formar capital y activos. Que mejor que atraer inversión nacional expatriada, pero con estímulos reales, tanto en el marco normativo, procedimental como formativo. No se puede meter mano a las remesas, pero si se pueden canalizar, por ejemplo bonificandola, abriendo el mercado de títulos valor, constituyéndose como garantías. Utilizar las inversiones privadas procedentes de remesas asociadas, como atractor de inversiones publicas en infraestructura básica de producción, focalizada en los lugares de origen de los migrantes. Es muy importante pensar fuera del cuadro. Se que es difícil salirse de la esfera de influencia, por lo tanto hay que utilizarla como se hace con el tai chi chuan... nuestra pobreza se ancla en la dependencia mental y normativa de quienes dirigen.. mentes brillantes, cuadradas al cuadro...como romper con la dependencia mental de las masas si quienes lideran son mas dependientes?

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