De acuerdo con el FMI, se vislumbran riesgos
que podrían perjudicar la marcha de la economía nacional
Todos los años, en cumplimiento del Artículo IV de sus
estatutos, un equipo de técnicos del Fondo Monetario Internacional visita a las
autoridades económicas de cada uno de sus países miembros para realizar
“consultas” (en realidad, se trata de una supervisión relativamente profunda)
sobre la situación macroeconómica y de pagos con el exterior. La semana pasada
se publicó el reporte de las referidas “consultas” realizadas en el caso de Guatemala
correspondientes a 2014.
De acuerdo con el FMI, la economía del país se ha
desempeñado aceptablemente desde la crisis de 2009 y las perspectivas para el
futuro cercano continúan siendo benignas: el crecimiento económico ya alcanzó
su potencial (un magro 3.5% anual, y continuará estando allí) y el nivel de
precios se prevé estable.
Sin embargo, los documentos preparados por el equipo
técnico del FMI, así como las subsecuentes discusiones que sostuvo el
Directorio de dicho organismo financiero internacional, revelan una advertencia
importante: se vislumbran riesgos –con elevada o mediana probabilidad de
ocurrencia- que podrían perjudicar la marcha de la economía nacional, que se
hacen más preocupantes en la medida en que es muy pequeña la capacidad de las
políticas macro para contrarrestar esas potenciales amenazas, y en que el
crecimiento económico de largo plazo parece incapaz de aumentar.
En efecto, el escenario mundial empieza a presentar
síntomas de post-crisis que podrían tener efectos adversos sobre economías
pequeñas y abiertas como la nuestra. El inevitable final de las políticas de
expansión monetaria en Estados Unidos y la persistente incertidumbre financiera
en Europa pueden implicar un aumento en la volatilidad de los mercados
financieros mundiales que incluirían cierta escasez de recursos financieros y
aumentos en las tasas de interés, es decir, créditos más caros para nuestras
economías. Asimismo, la permanencia de un ciclo de lento crecimiento económico
(principal, pero no exclusivamente, en Europa) repercutirá en el dinamismo de
las exportaciones nacionales.
En adición a lo anterior, se tiene el riesgo de un
declive en los precios de los productos primarios (más de la tercera parte de
nuestras exportaciones), así como un posible agravamiento de las tensiones
geopolíticas en Rusia y Medio Oriente que afectarán los mercados de energía en
todo el mundo. Y si a esto añadimos el riesgo elevado de que los ingresos
fiscales en Guatemala continúen con su tendencia a reducirse como porcentaje de
la producción nacional (lo cual reduce a su vez la capacidad de maniobra del
gobierno para hacer frente a cualquier shock
externo o interno), tenemos una situación que requiere que el país adopte
oportunamente una serie de medidas de política pública que el FMI sugiere en su
documento.
En el ámbito coyuntural, el principal reto está en el
campo fiscal, y consiste en mejorar los ingresos luego de una reforma
tributaria cuyos resultados el propio FMI califica de decepcionantes. Ello sin
descuidar la mejora necesaria en la transparencia y calidad del gasto público,
especialmente porque a partir de 2015 será necesario iniciar un proceso de
consolidación fiscal (reducción gradual del déficit). Por su parte, la política
monetaria deberá establecer sin ambigüedades la meta de inflación como su
objetivo central, permitiendo una mayor flexibilidad del tipo de cambio, sin
descuidar las medidas prudenciales para minimizar los riesgos de la creciente
dolarización del crédito y de los medios de pago.
En el ámbito estructural, el reto clave es propiciar
un mayor crecimiento económico, incluyente y sostenible en el largo plazo, que
reduzca los hoy elevados niveles de pobreza. Ello pasa por aumentar tanto la
inversión pública como la privada. La primera, a su vez, requiere de mejores
ingresos fiscales y de un gasto más transparente y mejor focalizado en salud,
educación e infraestructura. La segunda requiere de mejorar el clima de
negocios, la seguridad pública, y la calidad de la fuerza de trabajo.
Vale la pena que, ante los crecientes riesgos del entorno nacional e
internacional, tanto las autoridades como los liderazgos sociales y
empresariales del país tomen acciones concretas en las líneas coyunturales y
estructurales sugeridas, sin caer en la falacia de despreciarlas sólo por
provenir del FMI.
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