domingo, 5 de octubre de 2014

Riesgos en Aumento

De acuerdo con el FMI, se vislumbran riesgos que podrían perjudicar la marcha de la economía nacional

Todos los años, en cumplimiento del Artículo IV de sus estatutos, un equipo de técnicos del Fondo Monetario Internacional visita a las autoridades económicas de cada uno de sus países miembros para realizar “consultas” (en realidad, se trata de una supervisión relativamente profunda) sobre la situación macroeconómica y de pagos con el exterior. La semana pasada se publicó el reporte de las referidas “consultas” realizadas en el caso de Guatemala correspondientes a 2014.
De acuerdo con el FMI, la economía del país se ha desempeñado aceptablemente desde la crisis de 2009 y las perspectivas para el futuro cercano continúan siendo benignas: el crecimiento económico ya alcanzó su potencial (un magro 3.5% anual, y continuará estando allí) y el nivel de precios se prevé estable.
Sin embargo, los documentos preparados por el equipo técnico del FMI, así como las subsecuentes discusiones que sostuvo el Directorio de dicho organismo financiero internacional, revelan una advertencia importante: se vislumbran riesgos –con elevada o mediana probabilidad de ocurrencia- que podrían perjudicar la marcha de la economía nacional, que se hacen más preocupantes en la medida en que es muy pequeña la capacidad de las políticas macro para contrarrestar esas potenciales amenazas, y en que el crecimiento económico de largo plazo parece incapaz de aumentar.
En efecto, el escenario mundial empieza a presentar síntomas de post-crisis que podrían tener efectos adversos sobre economías pequeñas y abiertas como la nuestra. El inevitable final de las políticas de expansión monetaria en Estados Unidos y la persistente incertidumbre financiera en Europa pueden implicar un aumento en la volatilidad de los mercados financieros mundiales que incluirían cierta escasez de recursos financieros y aumentos en las tasas de interés, es decir, créditos más caros para nuestras economías. Asimismo, la permanencia de un ciclo de lento crecimiento económico (principal, pero no exclusivamente, en Europa) repercutirá en el dinamismo de las exportaciones nacionales.
En adición a lo anterior, se tiene el riesgo de un declive en los precios de los productos primarios (más de la tercera parte de nuestras exportaciones), así como un posible agravamiento de las tensiones geopolíticas en Rusia y Medio Oriente que afectarán los mercados de energía en todo el mundo. Y si a esto añadimos el riesgo elevado de que los ingresos fiscales en Guatemala continúen con su tendencia a reducirse como porcentaje de la producción nacional (lo cual reduce a su vez la capacidad de maniobra del gobierno para hacer frente a cualquier shock externo o interno), tenemos una situación que requiere que el país adopte oportunamente una serie de medidas de política pública que el FMI sugiere en su documento.
En el ámbito coyuntural, el principal reto está en el campo fiscal, y consiste en mejorar los ingresos luego de una reforma tributaria cuyos resultados el propio FMI califica de decepcionantes. Ello sin descuidar la mejora necesaria en la transparencia y calidad del gasto público, especialmente porque a partir de 2015 será necesario iniciar un proceso de consolidación fiscal (reducción gradual del déficit). Por su parte, la política monetaria deberá establecer sin ambigüedades la meta de inflación como su objetivo central, permitiendo una mayor flexibilidad del tipo de cambio, sin descuidar las medidas prudenciales para minimizar los riesgos de la creciente dolarización del crédito y de los medios de pago.
En el ámbito estructural, el reto clave es propiciar un mayor crecimiento económico, incluyente y sostenible en el largo plazo, que reduzca los hoy elevados niveles de pobreza. Ello pasa por aumentar tanto la inversión pública como la privada. La primera, a su vez, requiere de mejores ingresos fiscales y de un gasto más transparente y mejor focalizado en salud, educación e infraestructura. La segunda requiere de mejorar el clima de negocios, la seguridad pública, y la calidad de la fuerza de trabajo.
Vale la pena que, ante los crecientes riesgos del entorno nacional e internacional, tanto las autoridades como los liderazgos sociales y empresariales del país tomen acciones concretas en las líneas coyunturales y estructurales sugeridas, sin caer en la falacia de despreciarlas sólo por provenir del FMI.

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