viernes, 1 de agosto de 2014

Inversión, Empleo y Desidia

Guatemala contó con tiempo suficiente para tener este debate sin las prisas que ahora lo obscurecen y dificultan

El debate que se ha generado en torno a la denominada ley de promoción de la inversión y el empleo, aunque sano como todo debate que busque el bien de país, revela en el fondo las enormes debilidades institucionales, la escasez de datos fidedignos y la falta de previsión con la que el país tiende a resolver este tipo de desafíos.
Resulta crucial, en primer lugar, tener muy claro que la promoción de un ambiente favorable para los negocios se alcanza, principalmente, por medio del establecimiento de un marco jurídico e institucional que garantice la suficiente seguridad y certeza jurídica para el resguardo de las inversiones, la libre competencia del mercado, una política económica ordenada y predecible, y un capital físico (infraestructura) y humano (salud y educación) adecuados. Estos deberían ser los aspectos prioritarios de cualquier política pública de promoción de la inversión y el empleo.
En ese sentido, las propias autoridades promotoras de la iniciativa 4644 han reconocido que esta ley sólo toca una pequeña parte del andamiaje para la construcción de un ambiente propicio para la inversión y que no es la panacea milagrosa que por sí sola resolverá los evidentes rezagos de Guatemala.
Cabe recordar que el Organismo Ejecutivo presentó la iniciativa de ley en enero de 2013, con el fin de “incentivar las inversiones, incrementar el empleo y mejorar la competitividad para promover el desarrollo de las zonas desfavorecidas del país”. En la práctica, persigue dos propósitos: por un lado, debido a que la Organización Mundial del Comercio –OMC- prohíbe cierto tipo de subvenciones que el Estado Guatemalteco aún otorga con base en los decretos 29-89 y 65-89 (leyes de maquilas y de zonas francas), el gobierno considera necesario impulsar un marco legal que los sustituya; y, por otro, aprovechando la coyuntura, se busca crear otros incentivos “de nueva generación” que sean compatibles con la normativa de la OMC que Guatemala está obligada a cumplir.
Si bien es cierto que, desde el punto de vista teórico, este tipo de incentivos –que a fin de cuentas son simples privilegios fiscales- no debería ser el ideal para generar inversiones, también lo es que, en la práctica, hoy día más de 130 países (miembros de la OMC) tiene en vigencia alguno de ellos y que en Guatemala han servido para crear al menos 150 mil puestos de trabajo directos.
El debate sobre los costos (pérdidas fiscales) y beneficios (empleos generados) de los incentivos es sano. El tema de fondo es que tales incentivos deben ser, por naturaleza, temporales y que Guatemala tuvo tiempo más que suficiente para tener este debate sin las prisas que ahora lo obscurecen y dificultan.
Guatemala es miembro de la OMC desde 1995 y todo el mundo sabía que, conforme a las reglas de dicho organismo en pro del libre comercio, debían eliminarse los privilegios (subsidios) a las exportaciones a partir de 2002. Antes de que se venciera el plazo hace doce años, junto con otros países en desarrollo logró que le la OMC les diera una prórroga de cinco años, hasta 2007, para desmantelar los subsidios. Al finalizar este plazo, de nuevo, un grupo pequeño de países –Guatemala entre ellos- que no habían hecho su tarea, rogó a la OMC y logró de ésta una última e improrrogable extensión del plazo, que concluye a finales de 2015.
En cada una de esas oportunidades, y durante todos esos años, se hizo muy poco –casi nada- para que el país cumpliera sus compromisos con la OMC y se adaptara a la nueva realidad del comercio y la competitividad internacional. La desidia imperó en todos los estamentos que debieron preocuparse y ocuparse de tomar las medidas oportunas y no tener que estar a última hora, como estamos hoy, improvisando las soluciones.
Somos muchos quienes tenemos algún grado de responsabilidad por esa dejadez de los diez años anteriores: ministros y funcionarios a cargo de las políticas tributarias, de comercio y competitividad; dirigentes gremiales y empresariales; tanques de pensamiento, analistas y formadores de opinión; dirigentes políticos y líderes sociales. Lo sensato ahora sería dejar de lado los reproches y las descalificaciones, cesar en la búsqueda de ventajas y de tratos especiales, y en vez de ello centrarse en buscar una salida pragmática y pronta de este agujero en que nos dejamos caer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

COMENTARIOS DE LOS LECTORES:

ENERGÍA ELÉCTRICA: SE ACABARON LAS VACAS GORDAS

URGEN MEDIDAS PARA EVITAR UN DÉFICIT DE SUMINISTRO   Durante años, el sistema eléctrico nacional tuvo un superávit de oferta; es decir, su c...