El punto no es si debería haber un mercado grande en el centro geográfico de la ciudad, pues muchas metrópolis lo tienen. El punto es: qué tipo de mercado debiese ser.
La destrucción ocasionada por el incendio de la semana
pasada en La Terminal puede convertirse en una oportuna ocasión para
reflexionar sobre la evolución y el futuro de ese fenómeno urbano, social y
económico, con vistas a hacer el mejor uso posible de los escasos recursos
disponibles (incluyendo los del seguro contra daños que, por curiosa
coincidencia, se contrató apenas unos meses antes del siniestro) para su
reconstrucción o, por qué no soñar, para
su reinvención.
Tal reflexión debería hacerse a la luz de algunas
preguntas clave, que apunten a las mejores prácticas a nivel internacional en
materia del manejo de abastos y transporte urbano. Por ejemplo, ¿es aconsejable
que la principal terminal de transporte extraurbano esté ubicada en el corazón
de la ciudad? Al respecto, aunque no es regla general, muchas grandes ciudades
en el mundo tienen sus terminales de buses en el centro. Eso sí, podría
aspirarse a que la reconstrucción de La Terminal incluya una estación de buses
moderna, segura y amigable para el usuario. La Centra Norte es una prueba
fehaciente de que en Guatemala es posible tener una terminal de buses de
calidad.
¿Es apropiado tener un enorme mercado cantonal en el
corazón de la ciudad? De nuevo, aunque no es una regla, muchas metrópolis
cuentan con grandes mercados en su centro geográfico. Eso sí, tales mercados
cuentan con servicios básicos para los vendedores y sus clientes, así como con
estándares elementales de seguridad e higiene (que incluyan, por ejemplo,
disponibilidad de extintores e hidrantes como los que brillaron por su ausencia
durante el reciente incendio en La Terminal).
Es válido, pues, reconstruir La Terminal como mercado
municipal y terminal de buses. Lo que no parece apropiado es que allí mismo, en
medio de la capital de la República, funcione uno de los centros de acopio más
grandes del país. Los centros de acopio, por naturaleza, deben funcionar en las
afueras de las urbes, tal como se concibió la Central de Mayoreo –CENMA- ubicada al sur de la ciudad de Guatemala. De
lo contrario, los centros de acopio (aunados a la nociva práctica, impensable
en ciudades más desarrolladas, de permitir a los contenedores circular por
cualquier calle) pueden convertirse en graves problemas para el tránsito y la
logística citadinas, tal como ocurrió con La Terminal.
El principal problema ha sido el descuido, el abandono,
que gradualmente convirtió a La Terminal en un mórbido lunar urbano, en un
Estado dentro del Estado, regido por sus propias y peculiares leyes, con sus
propias autoridades y sistema de justicia (“ladrón visto, ladrón muerto”), su
propio sistema tributario (donde el contribuyente paga para ser protegido
contra extorsionistas y rateros) y bancario (del usurero informal y caro, pero
funcional). Se trata de una especie de “free city” tercermundista que, si bien
logra conformar un microsistema económicamente funcional, genera todos los días
un sinnúmero de externalidades negativas que no sólo perjudican la eficiencia
de los agentes económicos que operan diariamente en ese entorno, sino que dañan
también la capacidad de funcionamiento del resto de vecinos de la ciudad más
grande de Centroamérica.
La Terminal se convirtió también en un descomunal
estacionamiento, tal como se ve en la
calzada Atanasio Tzul, ideada originalmente como ruta para agilizar el tráfico
entre el sur y el norte de la ciudad, que se reduce a un estrecho y lento
carril a lo largo de las cinco largas cuadras que bordean el mercado. La
Terminal es más que un edificio (hoy destruido) y el contiguo estacionamiento
de buses. Es un área que se ha desbordado desordenadamente hasta cubrir una
enorme superficie: desde la 4ª calle
zona 9, hasta casi la 24 calle zona 1; y desde la calzada Atanasio Tzul, zona 8,
hasta la 5ª avenida zona 4; un área equivalente a 8 veces la del Estadio Mateo
Flores.
Las autoridades nacionales y municipales tienen ante sí una oportunidad
para integrar una significativa porción del territorio y de la economía
capitalinos (en el corazón mismo de la ciudad) de manera ordenada, con
potenciales impactos positivos no sólo en el tránsito citadino (pues podrían habilitarse
muchas nuevas vías de comunicación entre los cuatro puntos cardinales), sino
también en la salud, recreación y bienestar de los ciudadanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
COMENTARIOS DE LOS LECTORES: