viernes, 4 de abril de 2014

La Terminal: ¿Reconstruir o Reinventar?

El punto no es si debería haber un mercado grande en el centro geográfico de la ciudad, pues muchas metrópolis lo tienen. El punto es: qué tipo de mercado debiese ser.

La destrucción ocasionada por el incendio de la semana pasada en La Terminal puede convertirse en una oportuna ocasión para reflexionar sobre la evolución y el futuro de ese fenómeno urbano, social y económico, con vistas a hacer el mejor uso posible de los escasos recursos disponibles (incluyendo los del seguro contra daños que, por curiosa coincidencia, se contrató apenas unos meses antes del siniestro) para su reconstrucción  o, por qué no soñar, para su reinvención.
Tal reflexión debería hacerse a la luz de algunas preguntas clave, que apunten a las mejores prácticas a nivel internacional en materia del manejo de abastos y transporte urbano. Por ejemplo, ¿es aconsejable que la principal terminal de transporte extraurbano esté ubicada en el corazón de la ciudad? Al respecto, aunque no es regla general, muchas grandes ciudades en el mundo tienen sus terminales de buses en el centro. Eso sí, podría aspirarse a que la reconstrucción de La Terminal incluya una estación de buses moderna, segura y amigable para el usuario. La Centra Norte es una prueba fehaciente de que en Guatemala es posible tener una terminal de buses de calidad.
¿Es apropiado tener un enorme mercado cantonal en el corazón de la ciudad? De nuevo, aunque no es una regla, muchas metrópolis cuentan con grandes mercados en su centro geográfico. Eso sí, tales mercados cuentan con servicios básicos para los vendedores y sus clientes, así como con estándares elementales de seguridad e higiene (que incluyan, por ejemplo, disponibilidad de extintores e hidrantes como los que brillaron por su ausencia durante el reciente incendio en La Terminal).
Es válido, pues, reconstruir La Terminal como mercado municipal y terminal de buses. Lo que no parece apropiado es que allí mismo, en medio de la capital de la República, funcione uno de los centros de acopio más grandes del país. Los centros de acopio, por naturaleza, deben funcionar en las afueras de las urbes, tal como se concibió la Central de Mayoreo –CENMA-  ubicada al sur de la ciudad de Guatemala. De lo contrario, los centros de acopio (aunados a la nociva práctica, impensable en ciudades más desarrolladas, de permitir a los contenedores circular por cualquier calle) pueden convertirse en graves problemas para el tránsito y la logística citadinas, tal como ocurrió con La Terminal.
El principal problema ha sido el descuido, el abandono, que gradualmente convirtió a La Terminal en un mórbido lunar urbano, en un Estado dentro del Estado, regido por sus propias y peculiares leyes, con sus propias autoridades y sistema de justicia (“ladrón visto, ladrón muerto”), su propio sistema tributario (donde el contribuyente paga para ser protegido contra extorsionistas y rateros) y bancario (del usurero informal y caro, pero funcional). Se trata de una especie de “free city” tercermundista que, si bien logra conformar un microsistema económicamente funcional, genera todos los días un sinnúmero de externalidades negativas que no sólo perjudican la eficiencia de los agentes económicos que operan diariamente en ese entorno, sino que dañan también la capacidad de funcionamiento del resto de vecinos de la ciudad más grande de Centroamérica.
La Terminal se convirtió también en un descomunal estacionamiento, tal como se ve en  la calzada Atanasio Tzul, ideada originalmente como ruta para agilizar el tráfico entre el sur y el norte de la ciudad, que se reduce a un estrecho y lento carril a lo largo de las cinco largas cuadras que bordean el mercado. La Terminal es más que un edificio (hoy destruido) y el contiguo estacionamiento de buses. Es un área que se ha desbordado desordenadamente hasta cubrir una enorme superficie: desde la 4ª  calle zona 9, hasta casi la 24 calle zona 1; y desde la calzada Atanasio Tzul, zona 8, hasta la 5ª avenida zona 4; un área equivalente a 8 veces la del Estadio Mateo Flores.
Las autoridades nacionales y municipales tienen ante sí una oportunidad para integrar una significativa porción del territorio y de la economía capitalinos (en el corazón mismo de la ciudad) de manera ordenada, con potenciales impactos positivos no sólo en el tránsito citadino (pues podrían habilitarse muchas nuevas vías de comunicación entre los cuatro puntos cardinales), sino también en la salud, recreación y bienestar de los ciudadanos.

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