sábado, 1 de junio de 2013

Inestabilidad Política y Conflictividad Social

El ambiente político radicalizado, y los síntomas de una persistente conflictividad social que se perciben en la coyuntura actual, podrían tener efectos prejudiciales graves sobre  el desempeño económico del país
Es abundante la literatura que ilustra sobre los efectos nocivos que la inestabilidad política y el conflicto social tienen sobre el desempeño económico de cualquier país, particularmente respecto de su capacidad de aumentar la producción de bienes y servicios que satisfagan las necesidades de la población. La inestabilidad y conflictividad político-social es muy común y recurrente alrededor del mundo y, por ello, los múltiples estudios que demuestran los referidos efectos no sólo son bastante concluyentes, sino que encierran lecciones que pueden ser relevantes para Guatemala.
Hoy en día existe un evidente ambiente de inestabilidad política y de conflictividad social en el país: las divisiones entre derechas e izquierdas –radicalizadas por el juicio contra Ríos Montt- no son canalizadas por un sistema de partidos políticos disfuncional, clientelar y corrompido hasta la médula; el sistema republicano mutilado por la ausencia absoluta del Congreso en la vida política de la nación; los múltiples brotes de convulsión social –sea por recursos naturales o por servicios públicos-, exacerbados por las demandas históricamente insatisfechas y las sensaciones de exclusión; los mucho territorios fuera del control del Estado, donde no impera la ley sino el crimen (organizado o no) y el autogobierno.
Es casi seguro que tal ambiente político y social estará perjudicando gravemente el desempeño económico del país. Si la historia sirve de referencia, basta recordar que, en la década de los ochenta del siglo pasado, la guerra civil fue el factor central (complementado por una crisis económica mundial y por las secuelas del desgobierno de Lucas García) que determinó la peor caída de la producción en la historia moderna del país y la mayor reducción en los niveles de ingreso per cápita de los guatemaltecos. Con la grave crisis de esa década –y probablemente a causa de ella-, el desempeño económico de Guatemala ha sido desde entonces predominantemente mediocre y lento.
La inestabilidad política y el escaso desarrollo económico se refuerzan mutuamente. En un sentido, la incertidumbre en el campo político y social tiene un impacto directo sobre el crecimiento económico pues precipita una reducción de la inversión en capital físico, una pérdida de capital humano (debido, por ejemplo, de las migraciones por causas políticas) y un aumento de la volatilidad macroeconómica (debido, por ejemplo, a aumentos crecientes del déficit fiscal). En el otro sentido, el desempeño económico insatisfactorio puede agravar los niveles de desigualdad y conducir, a su vez, a confrontaciones político-sociales, agravadas por una sensación de desesperanza generalizada de la población respecto de su futuro.
Múltiples estudios han corroborado tales fenómenos alrededor del mundo y han demostrado que, en general, la inestabilidad y conflictividad político-social conduce a un menor crecimiento económico, a una reducción de la inversión privada, a la volatilidad macroeconómica y a una mayor inflación, entro otras consecuencias que se traducen, al final de cuentas, en una pérdida generalizada de bienestar en perjuicio principalmente de los más pobres.
Estudios recientes muestran que tales efectos negativos pueden moderarse y superarse en pocos años si se aplican medidas y reformas enfocadas a mejorar la efectividad de las instituciones de gobierno y sus reglas de participación en la vida económica y social (lo que se conoce como gobernanza): el grado de participación ciudadana en las decisiones, la rendición de cuentas por parte de las autoridades, la estabilidad de las instituciones, la efectividad del gobierno, la calidad de las regulaciones gubernamentales, el imperio de la ley y el control de la corrupción, así como la flexibilidad de los mercados de productos y de empleo.
Este es uno de los desafíos fundamentales para la Guatemala de hoy. Las condiciones de incertidumbre política y discordia social son una realidad cotidiana. Únicamente en la medida en que, como país, nos centremos en construir y fortalecer las instituciones, así como en procurar la eficiencia simultánea del gobierno y de los mercados, podremos moderar las consecuencias negativas de la situación actual y aspirar a un futuro de bienestar para todos los guatemaltecos. Un futuro que ahora se ve lejano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

COMENTARIOS DE LOS LECTORES:

ENERGÍA ELÉCTRICA: SE ACABARON LAS VACAS GORDAS

URGEN MEDIDAS PARA EVITAR UN DÉFICIT DE SUMINISTRO   Durante años, el sistema eléctrico nacional tuvo un superávit de oferta; es decir, su c...