domingo, 16 de octubre de 2011

Intolerancia a la Deuda

Cuando se trata de medir el tamaño y grado de sostenibilidad de la deuda pública de Guatemala, solemos contentarnos con decir que, comparada con el tamaño de la economía (medida por el PIB), nuestra deuda gubernamental (o soberana) es una de las más pequeñas del Continente. Estudios reciente demuestran, sin embargo, que dadas las características de nuestro sistema fiscal, monetario y cambiario, la economía guatemalteca es mucho más intolerante a la deuda que otras, razón por la cual no deberíamos estar tan tranquilos viendo cómo la deuda pública crece día a día...

§ POLÍTICAS PÚBLICAS
INTOLERANCIA A LA DEUDA
Nuestro país tiene ahora menos margen que en el pasado para amortiguar los golpes externos  
A lo largo de la historia, los países en desarrollo han sufrido repetidas crisis económicas que han perjudicado su potencial de crecimiento a largo plazo. Estas crisis están vinculadas con el desempeño del sector externo y del sector fiscal, que pasan necesariamente por problemas de deuda pública. En las últimas dos décadas países como Guatemala se han integrado más en la economía mundial y a relacionarse con una gama más amplia de inversores privados, al tiempo que la volatilidad de los flujos de capital ha aumentado considerablemente.
Por ello, ante la inestabilidad de los mercados financieros mundiales que aún prevalece, resulta cada vez más importante tener una gestión de la deuda pública que se centre en preservar su sostenibilidad en el mediano plazo. Esta sostenibilidad dependerá, entre otros aspectos, de la evolución de la economía nacional y mundial, así como el nivel y la estructura de la deuda (es decir, de su composición en cuanto a si es externa o interna, si es de corto o largo plazo, si los acreedores son públicos o privados, etcétera).
En las frágiles circunstancias de los mercados financieros internacionales, que presumiblemente perdurarán muchos meses en el futuro, los prestamistas privados han tendido a percibir un mayor riesgo de moratorias de la deuda y están más predispuestos a reducir su exposición al riesgo en países que, como Guatemala, muestran dificultades fiscales estructurales. Como consecuencia de ello, nuestro país tiene ahora menos margen que en el pasado para amortiguar los golpes externos, por lo que el Estado debería ser muy prudente (más de lo acostumbrado) en el manejo de la deuda.
Tradicionalmente las autoridades económicas del país han encontrado confort en el hecho de que el comportamiento de la deuda como porcentaje del PIB es relativamente bajo en comparación con otros países. Sin embargo, la literatura económica reciente proporciona evidencia clara acerca de otros indicadores más relevantes de endeudamiento que sirven como predictores de potenciales crisis. En muchos de estos indicadores clave el desempeño de Guatemala es, cuando menos, preocupante.
La crisis mundial que se desató en 2008 llevó a un aumento en los índices de endeudamiento de nuestro país, ya que el gobierno decidió relajar la política fiscal para contrarrestar los efectos que sobre la actividad económica tendía el deterioro del entorno internacional. Esto implicó un importante aumento de la deuda pública que, aunque moderado en comparación con otros países, plantea interrogantes sobre la sostenibilidad de la deuda y el espacio fiscal disponible para hacer frente a futuras crisis. Una cuestión importante en este contexto es hasta qué punto puede nuestra economía seguir sosteniendo su nivel de deuda pública.
Un estudio reciente (publicado el mes pasado) realizado por dos economistas del Fondo Monetario Internacional (Geoffrey J. Bannister y Luis-Diego Barrot), presenta una interesante (y preocupante) respuesta a esa cuestión. Estos autores parten de la observación empírica de que algunos países pueden caer en crisis incluso cuando tienen (como Guatemala) niveles relativamente bajos de deuda: un síndrome que se llama intolerancia a la deuda. En estos países, las instituciones débiles y un sistema político frágil hacen que se abuse del endeudamiento público como una forma de evadir decisiones difíciles en materia de gastos e impuestos. La rigidez fiscal, la ineficiencia económica y la exposición a los shocks externos hacen que estas economías sean vulnerables a crisis fiscales incluso a niveles relativamente bajos de deuda.
El referido estudio muestra que si Guatemala quisiera elevar su calificación de riesgo soberano al grado de inversión, debería reducir su nivel de deuda pública (como porcentaje del PIB) del actual nivel de 25% a un 11.5%. Esto implica que si queremos acercarnos al grado de inversión, debemos hacer un esfuerzo significativo de reducción de la deuda, lo que indica que el mercado percibe que hay importantes problemas estructurales que afectan la tolerancia de nuestro país a la deuda pública, los cuales deben ser resueltos urgentemente. Lo anterior implica no solo perseguir políticas macroeconómicas prudentes, sino tomar dolorosas decisiones de ajuste en el gasto público y de aumento en los ingresos fiscales.

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