sábado, 17 de julio de 2010

Horizonte Sombrío

La columna que publiqué esta semana en Siglo XXI me salió, como mi blog, muy lúgubre. ¡Qué remedio! Sucede que la situación de inseguridad está cada día peor y, como una premonición a la sangrienta semana que vivió nuestra ciudad, escribí que la recuperación económica y, más generalmente, nuestro propio desarrollo como país, está en riesgo ante la falta de seguridad y justicia, así como ante la falta de políticas públicas coherentes y de instituciones estatales confiables. Pero bueno, hay que seguir en la lucha, no queda de otra. Trataré de adoptar una actitud un poco más optimista y ya no publicar opiniones en Martes 13.

§ POLÍTICAS PÚBLICAS

HORIZONTE SOMBRÍO

Luego de que el año pasado nuestra economía casi no creció y el ingreso per cápita de los guatemaltecos se redujo en términos reales, con el consiguiente aumento de la pobreza, el corriente año empezaba a registrar una recuperación incipiente, halada por el dinamismo del comercio exterior que, a su vez, respondía al recobrado crecimiento de la actividad productiva en los Estados Unidos, nuestro principal mercado de exportaciones.

Por desgracia, ahora se atisban nubarrones en el horizonte que podrían impedir que la recuperación económica se consolide. En primer lugar, ha habido un aumento significativo de los riesgos asociados a la elevada deuda pública de importantes países europeos (como España), que amenazan con elevar la incertidumbre en los mercados financieros mundiales y, con ella, el nivel de las tasas de interés, lo cual podría contagiarse a la economía estadounidense y, consecuentemente perjudicar la buena marcha de nuestras exportaciones.

Pero, más que las amenazas externas, son las realidades domésticas las que amenazan con retrasar el crecimiento económico que apenas empezaba a manifestarse. Pocas dudas caben de que la inseguridad ciudadana es, hoy día, el principal obstáculo que enfrenta la mayoría de decisiones de inversión o de iniciar un negocio en el país. Un país donde cada cuarenta y cinco minutos alguien es asesinado, donde las empresas tienen ya incorporado en sus costos de producción los pagos periódicos por extorsión que exigen las maras, donde innumerables locales comerciales instalan (para protegerse) barrotes de metal que separan a la clientela de los productos, no es un país que fomente el emprendedurismo ni la inversión privada. Lo que es peor, estos costos que imponen la inseguridad y la delincuencia generalizadas resultan más difíciles de sobrellevar para los micro y pequeños empresarios, lo cual da como resultado un sector empresarial cada vez más concentrado y menos equitativo, cada vez más cauto y menos competitivo.

La incertidumbre derivada de la criminalidad se ve agravada por la escasez de políticas de largo plazo que den alguna orientación sobre el rumbo del Estado y sus prioridades. Si al menos se supiera que existe una política de Estado enfocada a la construcción de caminos vecinales, o al combate a la desnutrición infantil, o a la mejora en la calidad de la enseñanza de las matemáticas en la secundaria (por mencionar ejemplos de políticas que deberían ser prioritarias), ello podría dar a los agentes económicos alguna certeza respecto del norte que siguen las acciones gubernamentales.

En realidad, al contrario, ni siquiera existe certeza respecto a cuál es el verdadero presupuesto de ingresos y gastos del Estado para este año, ni sobre la magnitud y posibles fuentes de su financiamiento, ni sobre la probabilidad de que en pocos meses se quede sin recursos para continuar funcionando, ni mucho menos sobre las intenciones de modificar la estructura tributaria del país.

Por si lo anterior fuera poco, el horizonte sombrío se oscurece más si se toma en cuenta el modestísimo avance (y, en muchos casos, el retroceso) que han vivido las instituciones estatales necesarias para el funcionamiento del sistema democrático y el buen desempeño de los mercados. Un Ministerio Público acéfalo se combina con una Policía Nacional Civil sin espíritu de cuerpo y con unos tribunales de justicia atrofiados para producir niveles escandalosos de impunidad, a cuyo combate poco contribuye una CICIG enfocada en resolver crímenes pasionales. Hasta el propio proceso electoral que se avecina empieza a ensuciarse por culpa de los escándalos y la ineficiencia que se atribuyen al Registro Nacional de las Personas.

Sin seguridad ciudadana, sin políticas de largo plazo y sin instituciones estatales eficientes, la recuperación económica seguirá siendo frágil. Es urgente que el liderazgo nacional corra esas nubes negras del horizonte y logre los equilibrios mínimos de gobernabilidad que el desarrollo del país demanda. Aún estamos a tiempo.

Opinión de los lectores

Alejandro. 13-07-2010 10:08:59 horas
Las fuerzas de seguridad, se han dado a la tarea nada fácil de investigar y buscar en qué lugar se halla “la inteligencia”, con instrucciones precisas de la superioridad, al ser hallada de ponerla a la disposición del Ministerio de Gobernación, MP, tribunales, incluso a los “peludos”, para que de inmediato procedan a “combatir” la violencia, que se ríe a mandíbula batiente y haciéndoles señales obscenas por su incapacidad. Una vez solventado esto, dará inicio la recuperación económica ipso facto.

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