jueves, 29 de octubre de 2009

Otra Vez el Tipo de Cambio

En Guatemala hay una desmesurada preocupación por las fluctuaciones del tipo de cambio. Cuando éste sufre variaciones que en otros países serían de lo más normales y corrientes, aquí se publican titulares de prensa, editoriales, campos pagados, etcétera. Llega a ocurrir incluso, que entidades que tradicionalmente han defendido el libre mercado, como la Cámara de Comercio, aparecen pidiéndole al Estado que interfiera en el libre juego de la oferta y la demanda para detener la supuestamente exagerada depreciación cambiaria. El estimado colega Fernando Carrera, del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (ICEFI) publicó la semana pasada una columna sobre el tema que invitaba a una discusión más profunda sobre el tema. Le tomé la palabra y escribí estas reflexiones que hoy les presento.

§ POLÍTICAS PÚBLICAS

OTRA VEZ EL TIPO DE CAMBIO

La tendencia acelerada al alza que ha mostrado el tipo de cambio en varios episodios del presente año ha generado diversas reacciones, a favor y en contra del accionar de las autoridades monetarias ante dichos movimientos cambiarios. Las reacciones van desde las críticas más acerbas del gremio de comerciantes (que, curiosamente, pide la intervención del banco central para que impida que las fuerzas del mercado cambiario operen libremente), hasta la complacencia silenciosa de los exportadores, pasando por diversos comentarios vertidos en las páginas de opinión de los medios escritos.

Entre estas últimas merece la pena mencionar la columna del colega Fernando Carrera del jueves pasado en elPeriódico, en la que describe las ventajas que la depreciación cambiaria tiene para los recipiendarios de remesas familiar, así como para los exportadores y la actividad del turismo receptor, a la vez que deja planteado el debate respecto del régimen monetario vigente, al sugerir que se sustituya el sistema de metas explícitas de inflación por un régimen de mini-devaluaciones.

Al respecto, es menester reconocer que la depreciación del valor del quetzal puede resultar muy conveniente en este momento, ya que en la coyuntura actual (con la demanda interna deprimida, con las limitaciones –o imposibilidades- históricas de la política fiscal para estimular la economía, y con el rezago con el que actúa la política monetaria), dicha depreciación es una bendición y una bocanada de oxígeno temporal para los exportadores, los recipiendarios de remesas y los empresarios del turismo. También vale la pena reiterar que los agentes económicos guatemaltecos se han malacostumbrado a un tipo de cambio muy estático por muchos años y, equivocadamente, creen que una moneda fuerte es el reflejo de una economía sana. Como sociedad, deberíamos entender que, si tenemos un régimen de tipo de cambo flexible, es evidentemente para que éste fluctúe (para arriba y para abajo) y los importadores y exportadores deberían hacer uso de los instrumentos que el mercado de futuros les ofrece para protegerse de dichas fluctuaciones.

Dicho esto, lo que resulta más polémico y arriesgado en la propuesta de Carrera es la creencia en que una política de devaluación permanente es una solución viable para estimular la actividad económica nacional. Ello implicaría tirar prematuramente al cesto de la basura el actual régimen de metas de inflación, que apenas está en las etapas iniciales de su aplicación. Más osado aún es plantear que dicho régimen se sustituya por el de mini-devaluaciones que ya ha sido probado desde hace décadas en muchos países, con mayor pena que gloria y que, inevitablemente (por definición y naturaleza), ha conducido en esos países a perder el control de la oferta monetaria y a perpetuar el aumento del nivel general de precios

El mayor riesgo que entraña este tipo de propuestas es que distraen la discusión de la agenda de políticas públicas, alejándola de las cuestiones que son verdaderamente claves para el desarrollo sostenible: cómo hacer que nuestra economía sea más productiva, más competitiva y más eficientes, pero con base en una mejora real de las capacidades de producción de los guatemaltecos, no mediante espejismos monetarios. En todo caso, el interesante debate propuesto por Fernando Carrera da, seguramente, para más.

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