El libre comercio y la disciplina
fiscal están bajo amenaza de los populismos de izquierda y derecha
Hasta hace pocos años existía un sentir -relativamente
generalizado entre los hacedores de políticas económicas e, incluso, entre la
clase política- en cuanto al rol crucial que el libre comercio entre países y
el mantenimiento de la disciplina fiscal a nivel doméstico jugaban para el
progreso de las naciones. Sin embargo, ese consenso (que surgió a raíz de las
múltiples crisis económicas que el proteccionismo comercial y el despilfarro
fiscal generaron el siglo pasado) parece estar retrocediendo a pasos
agigantados, lo que podría tener ingratas consecuencias económicas para
Guatemala.
En efecto, el libre comercio ha sido una fuerza impulsora
del progreso global desde hace más de cien años: con el acceso a nuevos
mercados se logran economías de escala, mayor especialización y eficiencia, mejor
tecnología y más opciones para los consumidores, lo que genera crecimiento
económico y bienestar. Pero, en años recientes, una ola mundial de
nacionalismos a nivel político se ha manifestado en medidas proteccionistas (aranceles,
cuotas y otras barreras al comercio). Esta preocupante tendencia amenaza con
reducir los flujos comerciales, obstaculizar la innovación, atrofiar las
cadenas de suministros y aumentar los precios, lo que puede entrañar
consecuencias severas para países como Guatemala, que dependen del acceso a los
mercados globales para exportar y para abastecer el aparato productivo.
De manera similar, los países que han sido fiscalmente
responsables -con bajos déficits fiscales y niveles de deuda sostenibles- han
experimentado un mejor desempeño económico en términos de estabilidad y
crecimiento. Pero el surgimiento de varios gobiernos populistas (de izquierdas
y derechas) alrededor del planeta en años recientes está poniendo “de moda”
políticas contrarias a la disciplina fiscal. Muy probablemente esas políticas
acarrearán un aumento del costo de la deuda, un encarecimiento del crédito para
toda la economía y un deterioro en la calificación de riesgo-país. Resulta
preocupante que esa tendencia hacia una menor disciplina fiscal esté empezando
a cobrar ímpetu en Guatemala -como lo sugiere el recién aprobado Presupuesto
del Estado para 2025-.
El peligro es real y próximo. Los partidos políticos,
conservadores y progresistas, aunque separados en aspectos ideológicos, están
convergiendo perversamente cuando se trata de aplicar medidas que restringen el
comercio y aumentan el déficit fiscal. La simpatía de los propios votantes favorece
cada vez más las ideas proteccionistas y de expansión del gasto público. El
libre comercio y la responsabilidad fiscal, pese a sus
demostrados beneficios, están perdiendo la batalla de la opinión pública.
Es necesario que se recobre la conciencia de que, en un
mundo interconectado, las barreras al comercio pueden conducir a un menor
crecimiento, a un menor bienestar de los consumidores y mayores tensiones
geopolíticas. Es necesario también recobrar la conciencia de que la indisciplina
fiscal populista puede conducir a inestabilidad, menor crecimiento y, en casos
graves, crisis económicas.
Las crecientes barreras al comercio y déficits fiscales en todo el mundo deben ser contrarrestados con mayor apertura económica y mayor prudencia fiscal, pero ello requiere que las fuerzas políticas ya no sigan avanzando en la dirección opuesta. Los académicos, los hacedores de políticas pública, los líderes sociales y los votantes deben converger hacia estrategias viables que permitan posicionar la apertura comercial y la sostenibilidad fiscal en el centro del debate público, en un entorno cada vez más adverso a esos valores.
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