El cambio de rumbo en el Norte tendrá implicaciones que demandan acciones de política pública en Guatemala
Lo que ocurra con las políticas de gobierno en Estados
Unidos a raíz de un cambio de administración es de gran relevancia para una
economía como la de Guatemala, que puede verse impactada por diversos canales.
Las remesas familiares, las exportaciones, la inversión privada y la asistencia
gubernamental son los canales de transmisión directos. Pero también las
políticas que buscan impulsar en crecimiento de la economía estadounidense o
reformar su gobierno pueden afectarnos indirectamente.
En cambio, son otras dos políticas -que el presidente Trump
sí podrá ejecutar desde el día de toma de posesión- las que tendrán un impacto
inmediato sobre nuestra economía. En primer lugar, la política de combate a la
migración ilegal impactará el flujo de remesas familiares hacia Guatemala, uno
de los países más dependientes de estos flujos, que constituyen aproximadamente
el 20% del PIB del país. Si el gobierno de Trump implementa políticas
migratorias más estrictas o dificulta la permanencia de los migrantes, esto
podría afectar una fuente de ingresos (las remesas) fundamental para el consumo
y el ahorro de millones de familias guatemaltecas. En el corto plazo, sin
embargo, podría producirse (como ya ha ocurrido en el pasado) un aumento
repentino de los flujos de remesas hacia el país, incluso antes de la toma de
posesión de Trump, como una reacción precautoria de los migrantes chapines ante
el riesgo creciente de su eventual deportación.
En segundo lugar, la política de protección a la industria
estadounidense mediante la aplicación de aranceles y otras barreras al comercio
puede afectar nuestra economía. Estados Unidos es el principal socio comercial
de Guatemala y cualquier cambio en las políticas comerciales (aranceles,
tratados comerciales o restricciones de mercado) podría afectar el acceso de
los productos guatemaltecos a ese mercado y, en consecuencia, impactar en el
empleo y crecimiento de sectores clave en nuestro país. Sin embargo, si Trump
concentra su guerra comercial en sus rivales relevantes (China, Europa o
México), podría terminar favoreciendo (al menos a corto plazo) a nuestro sector
exportador.
Los efectos de las políticas del nuevo gobierno de Trump dependerán de cuán agresiva sea su aplicación, lo cual es incierto. Lo que es sí es cierto es que debemos empezar a prepararnos desde ya. Como es de esperarse un retorno masivo de migrantes, hay que pensar en nuevos programas que fomenten el empleo y favorezcan a los pequeños empresarios, además de un programa de atención a los migrantes (tanto a los repatriados como a quienes queden retenidos allá). Habrá también que fortalecer las políticas de comercio exterior y de atracción de inversiones, así como la capacidad del país para negociar en esos frentes. Y habrá que mejorar la coordinación entre la política monetarias y la fiscal ante una previsible mayor fluctuación del tipo de cambio y de la demanda doméstica. Lo que no podemos hacer es quedarnos de brazos cruzados.
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