COYUNTURALMENTE, EL
PRINCIPAL DESAFÍO SERÁ PRESERVAR LA ESTABILIDAD Y RESILIENCIA DE LA ECONOMÍA
Las dos características más destacadas y contrastantes
de la economía guatemalteca son, por un lado, su sólida estabilidad
macroeconómica y, por el otro, su marcadamente lento ritmo de crecimiento.
Estas plantean, a su vez, dos desafíos fundamentales para 2022: preservar la
estabilidad (que apoya la notable resiliencia de nuestra economía) y acelerar
el crecimiento de la economía (que apoya el bienestar material de la
población). Hoy nos centraremos en el primero de tales desafíos, que conlleva
la tradición de mantener unas políticas monetaria y fiscal cautas que contribuyan
a sustentar unos fundamentos macroeconómicos robustos.
En efecto, además de la rápida recuperación de la
producción nacional -luego de la recesión de 2020-, las principales variables
macro financieras resaltan las muy buenas condiciones de estabilidad y resiliencia
económica en 2021. La inflación está, de momento, controlada; el tipo de cambio
ha sido mantenido casi sin movimiento, apuntalado por el ingreso de remesas
familiares y el consecuente superávit de la balanza de pagos; las tasas de
interés permanecen competitivas; y, el déficit fiscal ha retornado a niveles
sostenibles. Sin embargo, para 2022 se ciernen dos amenazas.
El crecimiento inusitado de la deuda pública en 2020 y
la creciente inflación alrededor del mundo -en un entorno con nuevas mutaciones
del virus del Covid-19-, exigen un manejo cauto y estratégico de la política
macroeconómica. Si bien es cierto que el fuerte aumento de la deuda pública
estuvo justificado por la necesidad de proteger la vida y el empleo de las
personas, también lo es que el incremento de la deuda genera vulnerabilidades,
especialmente ahora que las condiciones de financiamiento internacional se
vuelven más restrictivas, lo cual limita la capacidad del gobierno para seguir
apoyando la recuperación.
Por otro lado, la política monetaria, que se relajó
oportunamente durante la pandemia, debe ahora ajustarse a un entorno
inflacionario en el ámbito internacional. En muchos mercados emergentes los
bancos centrales ya han subido las tasas de interés, y se espera que pronto lo hagan
los países desarrollados, lo cual tendrá implicaciones para la recuperación
económica y la política fiscal. Esta deberá restringirse conforme suban las
tasas de interés, lo cual implicará la imposibilidad de aplicar medidas expansivas
-como la de elevar al infinito las transferencias de efectivo a las personas-
pues, de lo contrario, se agudizará el riesgo de insostenibilidad de la deuda.
Por su parte, la amenaza de la inflación importada
obligará a la política monetaria a aplicar con mucho tacto, pero con agilidad y
firmeza, las medidas precautorias para evitar un alza generalizada de precios a
nivel doméstico. Para lograrlo será muy útil que la credibilidad del banco
central y de sus instrumentos de política (incluyendo la propia credibilidad
del Índice de Precios al Consumidor) se fortalezcan. El rol de la política
fiscal y de la política monetaria en 2022 será crucial para preservar la
estabilidad macro y la confianza de los mercados en nuestro país.
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