lunes, 18 de octubre de 2021

¿SOMOS UNA ECONOMÍA EN DESARROLLO?

MÁS QUE EL “MODELO DE DESARROLLO”, LO QUE IMPORTA SON LAS CONDICIONES INSTITUCIONALES Y DE GOBERNANZA

Las “economías en vías de desarrollo” o “emergentes” son muy disímiles unas de otras. Las definiciones existentes para categorizar estos países, basadas principalmente en el nivel de ingreso per cápita, no reflejan esas complejas diferencias: Guatemala está, según el Banco Mundial, en la misma categoría -de ingresos medios- que economías tan diferentes a la nuestra como las de Moldavia o Jamaica. Ante ello ha surgido recientemente un enfoque que busca clasificar las economías emergentes en tres categorías, en función del modelo de desarrollo que adoptan.

La primera incluye a las economías enfocadas principalmente a la exportación de manufacturas y -eventualmente- productos tecnológicos, tal el caso de los Tigres Asiáticos y, también ahora, de otros países como Bangladesh y Vietnam. Una segunda categoría incluiría aquellas economías que descansan principalmente en los servicios como base de su crecimiento: por ejemplo, India, Indonesia y Kenia. Y un tercer grupo incluiría las economías que crecen principalmente con base en sus exportaciones de productos primarios: Rusia, Chile y Sudáfrica caen en esta categoría.

Guatemala encaja muy fácilmente en la segunda categoría. No podría pertenecer a la tercera categoría porque las exportaciones de productos primarios representan menos de la cuarta parte del total exportado por el país. De hecho, nuestras exportaciones pesan muy poco en proporción al tamaño de la economía (menos de la quinta parte del PIB) como para poder calificar como una economía exportadora. El principal motor de nuestro crecimiento es el consumo de los hogares (85 por ciento del PIB), alimentado en gran medida con el abundante combustible de las remesas familiares que envían nuestros compatriotas desde el exterior. Nuestra economía está basada, claramente, en el sector terciario (comercio y servicios) que representa alrededor del 68 por ciento del PIB.

¿Es malo este modelo de crecimiento basado en los servicios? No necesariamente. En cada una de las tres categorías pueden encontrase casos de países que han crecido rápidamente y se han desarrollado exitosamente. Eso sí, en la primera categoría suelen haber más casos de éxito, y por eso es que en la opinión pública parece prevalecer la noción de que ese es el modelo a imitar; sin embargo, muchos países subdesarrollados han tenido durante mucho tiempo la esperanza de impulsar las exportaciones para acelerar su crecimiento, pero se han visto frustrados por una mala formulación y una pobre ejecución de sus políticas económicas. De aquí que una lección a extraer es que el tipo de “modelo” de crecimiento que se adopte es menos importante que la adecuada aplicación de las políticas correctas para impulsarlo, y para ello -según lo demuestran los casos de éxito- es indispensable contar con el ambiente adecuado de certeza jurídica, paz social, políticas de largo plazo e instituciones sólidas que garanticen la provisión de servicios públicos esenciales (justicia, seguridad, educación, salud e infraestructura básicas). Esa es la (elusiva) clave del éxito.

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