lunes, 26 de julio de 2021

EN PANDEMIA: QUÉ SE HIZO Y QUÉ HA FALTADO

AÚN ESTAMOS A TIEMPO DE CONVERTIR LA CRISIS DE LA PANDEMIA EN UNA OPORTUNIDAD DE REFORMA

Luego de dieciséis meses de iniciada la crisis de Covid-19 en Guatemala, vale la pena repasar, desde las políticas pública, qué se hizo y qué se ha dejado de hacer para morigerar el impacto económico y social de la pandemia, así como para facilitar la adaptación del país a la nueva normalidad que se está configurando aquí y en el resto del mundo. En marzo de 2020, la etapa de contención se encaró con políticas oportunas y contundentes: confinamientos forzosos, cierres parciales y distanciamiento social, generaron elogios a nivel internacional y un aumento de la popularidad del gobierno. Se suponía que el propósito de esas medidas era el de ralentizar los contagios en tanto se fortalecía la capacidad de respuesta del sistema de salud pública: aumento de las unidades de encamamiento y de cuidados intensivos, pruebas masivas de laboratorio, y aumento del personal sanitario. Pero, por desgracia, el temprano éxito de las medidas de contención no se aprovechó para apuntalar el sistema de salud pública.

Similarmente, la etapa de mitigación comenzó con muy buen pie con la aprobación de medidas de apoyo económico a las familias y a las empresas, incluyendo el histórico y multimillonario crédito del banco central al gobierno. Desafortunadamente, la rápida aprobación de estos programas (que también fue motivos de elogios de la opinión pública) no se vio acompañada de una eficiente ejecución. Las entregas de las ayudas fueron desordenadas y, en algunos casos, sumamente lentas, mientras que los créditos de apoyo a las empresas fueron manejados con lentitud y opacidad.

La etapa de reapertura, que debía implementarse por fases y protocolos, según un tablero de alertas, también se ejecutó de forma improvisada y desordenada, entre otras razones, por la falta de un sistema efectivo de información y comunicación. Finalmente, la etapa de reactivación, que debió plantear una serie de medidas en materia de dotación de incentivos para las actividades económicas más afectadas, así como de acciones concretas para mejorar el clima de negocios, acompañadas de una creíble readecuación del presupuesto de Estado, no llegó siquiera a plasmarse en un plan coherente, dejando la reactivación en manos del rebote en el consumo de los hogares y de las remesas familiares.

De manera que un primer trimestre de pandemia en que se actuó oportuna y eficazmente, fue seguido de un año de políticas desordenadas y de lenta ejecución. Aparentemente se está perdiendo la ocasión de convertir la crisis de la pandemia en una oportunidad de desarrollo. La pandemia puso en evidencia la debilidad de las instituciones estatales y su incapacidad de proveer los bienes públicos esenciales. Pero aún no es demasiado tarde para aplicar políticas como la creación de un seguro de desempleo en el IGSS, el fortalecimiento del sistema estadístico nacional, la aplicación de esquemas eficaces de garantía de créditos para los sectores económicos afectados, y la inversión estratégica (y transparente) en el sector de salud pública. Aún estamos a tiempo.

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