PARA ADAPTARSE CON
ÉXITO AL MUNDO POST PANDEMIA SE REQUIEREN MEJORES INSTITUCIONES
La pandemia de covid-19 trastocó profundamente la
sociedad y hundió la economía, no solamente en Guatemala sino en casi todo el
mundo. El deseo de encontrar una nueva normalidad para nuestras interacciones
sociales y de recuperar el crecimiento económico se topará con cambios acelerados
en el escenario político internacional y en las tendencias que definen los
intercambios comerciales y culturales: la revolución digital se ha acelerado a
una velocidad inusitada, al tiempo que actividades como el turismo y los viajes
han debido adaptarse a unas condiciones históricamente adversas. Mientras que
la globalización se ha desacelerado, los populismos parecen proliferar.
Ante este escenario de incertidumbre sin precedentes,
nuestra pequeña economía y nuestra frágil república deben enfrentar una serie
de desafíos que se vislumbran muy complicados. Empezando por la anhelada
vacuna, cuya aplicación masiva debería convertirse en la política prioritaria
del gobierno en los próximos meses, ya que una exitosa campaña de vacunación
contra el covid-19 podría convertirse en un paso decisivo para abatir las
expectativas negativas que han lastrado el consumo y la inversión durante la
pandemia.
Otro desafío clave es generar un ambiente de certeza
jurídica indispensable para que las inversiones (y el empleo) florezcan y se
multipliquen, a fin de que la economía incremente su productividad mientras se
adapta a las nuevas condiciones post pandémicas. Ello implicará también lograr
una mejora en las capacidades del Estado para proveer los servicios públicos esenciales
y recuperar, al mismo tiempo, la sostenibilidad fiscal que hoy está bajo
amenaza por los desequilibrios presupuestarios que, aunque ya existían
solapados antes de la pandemia, se evidenciaron y recrudecieron a raíz de esta.
Todo esto significa que Guatemala debe adoptar las
reformas que le permitan adaptarse al nuevo mundo post pandemia. Para que haya
inversión y empleo se necesita certeza jurídica, y para que esta exista es
indispensable transformar el desastroso sistema de justicia que hoy tenemos.
Para que el Estado provea de forma eficaz los servicios públicos esenciales
(salud, educación, seguridad, infraestructura) es necesario cambiar los
sistemas de partidos políticos, de servicio civil, de infraestructura pública y
de control del gasto estatal. Y todas estas reformas deben hacerse de forma
ordenada y técnica, preservando la estabilidad macroeconómica que tanto
esfuerzo costó alcanzar.
La cuestión crucial en 2021 será si los guatemaltecos podremos
aprovechar la oportunidad que esta crisis nos presenta para impulsar ordenadamente
los cambios institucionales que el país necesita o si, por el contrario, la
incertidumbre y la miopía nos harán caer presas de la tibieza, el temor y la
inacción. Se trata de una ocasión única que, ojalá, los líderes del país
(especialmente los políticos) sean capaces de asumir con lucidez y valentía.
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