El injustificable y burdo ataque que en estos días está sufriendo la autonomía del IGSS debe hacernos reflexionar sobre la importancia del fortalecimiento institucional. Dicho fortalecimiento no es tarea para líderes populistas, sino para estadistas que lo ven como un
proceso esencial para el desarrollo del país, que demanda perseverancia y visión de largo plazo
Para que un país se desarrolle se necesitan tanto
políticas públicas duraderas y eficaces, como un aumento sostenido de la inversión
en infraestructura, equipo y capital humano. Pero, además, también se necesitan
instituciones capaces de llevar a cabo tales políticas e inversiones. Douglas
North (historiador económico y Premio Nobel) es una de las muchas mentes
ilustres que han subrayado que, a lo largo de la historia, las instituciones
eficientes han sido un elemento fundamental en el desarrollo de las naciones y
que, por ende, cualquier agenda de desarrollo debe contener acciones para
construir y preservar la calidad de instituciones.
Éstas son la manifestación de una serie de reglas
–leyes y normas-, así como de tradiciones y convenios sociales informales, de
manera que las instituciones de un país son el producto de una compleja
interacción de factores culturales, históricos, políticos y económicos que se
van consolidando en el tiempo. En la práctica, estas manifestaciones pueden
ser, por ejemplo, las normas mediante las cuales la sociedad vela por los
derechos básicos (incluyendo el derecho a la propiedad); la calidad del servicio
civil; el combate a la corrupción; la rendición de cuentas por parte de las
entidades y funcionarios públicos; la sucesión democrática de las autoridades
civiles; el imperio de la ley y el orden; la justicia independiente, pronta y
cumplida; y la regulación objetiva de las relaciones económicas y sociales.
Diversos estudios científicos han puesto de manifiesto
la importancia de ciertas instituciones primordiales para que las políticas y
la inversión en capital físico y humano sean exitosas. Incluso existen
investigaciones que indican que el crecimiento económico puede mejorarse
significativamente a través del fortalecimiento institucional (que, a su vez,
se traduce en mayor productividad) en áreas tales como la efectividad
administrativa gubernamental, el control de la corrupción, la seguridad pública,
la disminución de los costos regulatorios, la democracia, la rendición de
cuentas de las entidades públicas, y la implantación del imperio de la ley.
Hace un par de años se publicó un estudio según el cual,
si un país como Guatemala lograra elevar el funcionamiento de tales
instituciones a niveles similares a los de Chile, ello representaría para el
país un aumento en el ritmo de crecimiento económico de alrededor de 3 puntos
porcentuales cada año.
Por lo tanto, el gobierno debe dar prioridad al
fortalecimiento de aquellas instituciones que contribuyen crucialmente a la
eficiencia del sistema económico y social, las cuales podemos clasificar en
cuatro grupos: (i) las instituciones que contribuyen a crear y desarrollar los
mercados, tales como las (leyes y entidades) que regulan los derechos de
propiedad y el cumplimiento de contratos; (ii) las instituciones que se
encargan de regular los mercados, tales como las agencias reguladoras
gubernamentales (tipo las superintendencias o la Contraloría de Cuentas); (iii)
las instituciones que buscan estabilizar los mercados, entre las que destacan
las entidades de estabilización macroeconómica (como el banco central y las
normas fiscales o del presupuesto); y, (iv) las instituciones que dan
legitimidad a los mercados, haciéndolos útiles y aceptables para todos los
grupos de población (como el Seguro Social, o las estructuras para el manejo de
conflictos).
En Guatemala, muchas de estas instituciones no son funcionales, sea
porque se han construido de forma inadecuada o porque se han desnaturalizado
con el transcurso del tiempo, por lo que resulta imprescindible y urgente
reformarlas y fortalecerlas. Pero ello no puede hacerse de la noche a la
mañana. Y como el fortalecimiento institucional es un proceso que demanda
perseverancia y visión de largo plazo, hay acciones de corto plazo que deben
estarse tomando permanentemente: por un lado, actualizar y mejorar el marco
normativo para mejorar su efectividad (por ejemplo, mediante reformas a la ley
de la Contraloría o la del Presupuesto) y, por otro, cumplir con el marco
regulatorio de las entidades clave (respetando el marco legal para el
nombramiento de los funcionarios y autoridades del IGSS o del Banguat, por
ejemplo). Todo lo que se haga en contrario será en detrimento del desarrollo de
largo plazo del país.
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