viernes, 4 de junio de 2010

Otra vez, Estado y Mercado

Ayer en el diario Siglo XXI, el columnista Eduardo Mayora (abogado de altísimos quilates) dedicó su espacio a comentar mi columna de días atrás. A continuación comparto con los lectores mi breve mensaje para Eduardo, y luego transcribo su columna.

Mario García Lara 03-06-2010 19:40:26 horas
Gracias Guayo por tus comentarios y conceptos. El Estado existe, eso es un dato. Un punto que quise resaltar en mi columna es que su intervención en la economía debe darse solamente si está justificada desde el punto de vista de la eficiencia y la sostenibilidad. Martín Vega, como ciudadano, debe exigirle al Estado tal justificación; y como empresario debe tomar en cuenta los costos que la regulación estatal entraña. Su otra opción es irse a otra galaxia, donde el Estado no exista. Un abrazo.

Opinión

Sobre el “balance Estado-mercado”
Hace unos días, Mario García Lara nos ofrecía en estas páginas ciertas reflexiones sobre este tema.
Eduardo Mayora Alvarado emayora@sigloxxi.com

Hace unos días, Mario García Lara nos ofrecía en estas páginas ciertas reflexiones, como es su costumbre, serenas y bien sustentadas, sobre este tema del “balance Estado-mercado”. Creo que el análisis de Mario es, por así decirlo, el acostumbrado actualmente en cuanto a este tópico: es de tipo “macro”. Quiero decir que se refiere a una serie de aspectos que, como el problema de las externalidades o el de los bienes públicos, se estiman justificativos de la intervención del Estado en la vida económica.
No soy de los que rechazan de tajo ese tipo de análisis. Creo, más bien por el contrario, que es útil para comprender ciertos problemas económicos y también jurídicos. Sin embargo, estoy convencido de que es una perspectiva incompleta de la realidad y, en esa medida y paradójicamente, también inútil para entender a fondo las cosas como son.
A ver si me explico. Pensemos en un imaginario Martín Vega que, a fuerza de ahorrar, de algo que ha heredado de sus padres y de un crédito que le ha ofrecido una financiera, en condiciones en principio razonables, se plantea la posibilidad de iniciar un negocio. Es decir, Martín se plantea dejar atrás su trabajo asalariado, estable y no mal pagado en una empresa más bien grande y bien establecida, para convertirse en inversor-empresario fabricante de chunches (un nuevo producto cuya demanda Martín piensa que va en pleno ascenso).
¿Qué hace Martín ante ese dilema o encrucijada en su vida? Pues, claro está, se sienta un sábado por la tarde a hacer cálculos, beber café, considerar sus opciones, pensar en los riesgos, beber más café y a hacer más cálculos. Después de 5 ó 6 horas, Martín llega a la siguiente conclusión: “—verificaré con un par de asesores la validez de las premisas que he tomado como base para determinar los costos de organizar mi fábrica de chunches y la exactitud de mis cálculos. Si fueren confirmados, me lanzaré al negocio pues, aun siendo conservador al estimar el precio al que podría mercadear los chunches, las ganancias proyectadas me convienen y convencen a dejar mi empleo, a arriesgar mi pequeño capital, y a asumir la deuda del crédito que me ofrecen”. La clave está, pues, en las ganancias que a Martín le impulsarían a todo eso.
Es así que Martín va y consulta a dos asesores expertos sobre el particular. Recibida la opinión de los expertos, ya todos sabemos el desenlace de esta historia imaginaria: si sus premisas sobre los costos para lanzar su fábrica de chunches se validan, se lanzará a la nueva empresa; de lo contrario, seguirá en su empleo.
Es obvio que uno de los costos importantes —no el único— es el que imponen las leyes y regulaciones laborales, fiscales, ambientales, de seguridad social, de seguridad industrial, de protección al consumidor, del régimen aduanero, de la supervisión bancaria, etcétera. Si la suma de todos esos costos redujera las ganancias esperadas de Martín por debajo del mínimo que lo incitaría a lanzar la fábrica de chunches, ¿qué cree usted, lo haría cambiar de opinión el artículo de Mario? Con todo y que es un artículo impecable, yo creo que no. Adiós fábrica…

Opinión de los Lectores

Henry M. Galvan 03-06-2010 08:46:00 horas
Y que tal si enfrenta a empresarios monopolistas, Adiós emprendimiento ...

Carlos Lopez 03-06-2010 10:36:07 horas
Esta columna parece escrita por un alumno de quinto bachillerato. En todo caso, no responde a lo que el titulo de la misma indica y finalmente, para rematar, le digo: Las leyes y regulaciones que ud dice que elevan los costos son sencillamente para garantizar mejores estandares de vida. No son leyes caprichosas o tontas. Pero ud nunca ha estado del lado del trabajador, solo del explotador. Por eso es que muchos castraditos intelectualmente no cachan la idea de lo que es en realidad la economía

José Antonio Montes 03-06-2010 11:54:08 horas
De eso se trata exactamente, el que no arriesga no gana.

Eduardo Mayora Alvarado 03-06-2010 16:28:20 horas
Señor López, ¿Por qué no intenta rebatir mis argumentos con argumentos, en lugar de proferir ofensas? ¿O es que acaso carece usted de argumentos?

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