sábado, 14 de noviembre de 2009

85 Años de Vuelo

Nuestra moneda, el Quetzal, nació hace 85 años, como parte de una profunda reforma monetaria, bancaria y fiscal llevada a cabo durante el gobierno del General Chema Orellana. Al igual que las otras dos reformas monetarias y bancarias subsiguentes (la de 1945-46 y la de 2001-02), la reforma de 1924-26 se gestó en medio de notables esfuerzos técnicos, de intrigas políticas y de extrañas coincidencias. En cada una de esos procesos existió un equipo de técnicos guatemaltecos de alto nivel, asesorado por expertos internacionales de enorme prestigio. En 1924 el equipo guatemalteco estuvo liderado por Carlos O. Zachrisson, y los expertos internacionales por el "Doctor Dinero", Edwin Kemmerer. He aquí la historia resumida.
§ POLÍTICAS PÚBLICAS

85 AÑOS DE VUELO

En 1926 gobernaba Guatemala el General José María Orellana. Las condiciones de la economía eran adversas debido, entre otras razones, a las graves limitaciones financieras que tenía el fisco (¿les parece conocido?), agobiado por la falta de financiamiento y la dificultad de obtener empréstitos del exterior. Lo anterior se concatenaba con un sistema monetario y bancario caótico en el que seis diferentes bancos privados emitían billetes de distintas denominaciones de peso y a quienes el gobierno debía también importantes sumas de dinero.

Para entonces los países de Europa y Norteamérica gozaban ya de los frutos de la Revolución Industrial que se hacían evidentes en la provisión de servicios públicos tales como el transporte ferroviario, las carreteras, los servicios telefónicos y eléctricos, que eran la envidia de los gobiernos de países como el nuestro que, para aspirar a acortar la distancia que los empezaba a separar cada vez más de aquellas realidades, tenían que buscar fuertes empréstitos. Pero con su escasa vocación de ahorro, su reputación de ineficiencia y corrupción, así como su historial de incumplimiento de sus obligaciones financieras, los gobiernos latinoamericanos encontraban muy difícil que los capitalistas extranjeros (los decentes, claro está) estuvieran dispuestos a arriesgarse a darles préstamos. Y no había Banco Mundial que entrara al rescate.

En tales circunstancias el gobierno de Orellana sólo tenía dos opciones. Una era continuar en el desorden financiero y seguir cautivo de los financistas que también agobiaron al gobierno de Estrada Cabrera con préstamos onerosos y asfixiantes. La otra era reformar el sistema monetario, modernizar el fisco y fortalecer los sistemas contables del gobierno, con el propósito de reconstruir la reputación financiera del país y mejorar así la calificación crediticia a fin de tener acceso a préstamos en condiciones razonables; cuánto mejor si tales reformas las lideraba algún connotado académico estadounidense que diera credibilidad al proceso y que tuviera buenos contactos en Washington, D.C.

Orellana se decantó por la segunda opción y contrató al profesor Edwin Walter Kemmerer, a la sazón profesor de la Universidad de Princeton, quien se estaba ganando a pulso el sobrenombre de “Doctor Dinero” por sus labores de asesor estrella en los procesos de reforma monetaria y bancaria en varios países de Latinoamérica. Según se narra en su interesante biografía (escrita por su hijo Donald y cuyo ejemplar de la edición de 1993 llegó a mis manos gracias a la amabilidad de Mauricio Zachrisson, nieto del Ministro de Hacienda de Orellana que lideró la reforma), el profesor Kemmerer encontró en Guatemala un ambiente de intriga política y de lucha de intereses económicos muy poderosos (¿les parece conocido?), que con dificultad, perseverancia y argumentos técnicos logró superar. El plan de Kemmerer para reformar el sistema monetario y financiero del país, mediante el cual se adoptaba el patrón oro, se creaba una moneda a la par del dólar estadounidense, se limpiaba la deuda pública y se creaba una nueva moneda, fue finalmente aprobado por el gabinete de Orellana y devino ley de la República en noviembre de 1926. El Quetzal, nuestra moneda, cumple este mes 85 años y aún revolotea, causando de cuando en vez alguna polémica en círculos académicos, políticos y empresariales.

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