La mayoría de países desarrollados dejan que
su moneda flote libremente
La semana pasada una sorpresiva decisión del banco
central de Suiza puso de cabeza los mercados financieros internacionales: el
Banco Nacional Suizo dejó sin efecto su techo cambiario de 1.20 francos suizos
por cada euro, que había defendido durante tres años y medio. Con la
noticia, el valor del franco suizo se
elevó (apreció) en 20% y el mercado de valores helvético cayó en casi un 13% en
un solo día. Y las repercusiones se dejaron sentir en los mercaos
internacionales: el precio del oro comenzó a subir, el dólar se apreció y las
bolsas de valores se desquiciaron en Europa y Asia.
La autoridad monetaria suiza claudicó en su lucha por
evitar la apreciación de su moneda, a sabiendas de que tan súbita decisión
causaría pánico en los mercados y pérdidas considerables a muchos agentes
económicos, en particular a los bancos, a los fondos de inversión, y,
obviamente, a la industria suiza que está muy orientada a las exportaciones y
que, por lo tanto, ve afectada su competitividad cada vez que se aprecia el
franco.
La mayoría de países desarrollados dejan que su moneda
flote libremente (su valor lo determinan las transacciones en los mercados
financieros y físicos). Pero Suiza decidió en 2011 imponer un límite a la
apreciación de su moneda, con lo que sus autoridades monetarias se
comprometieron a comprar moneda extranjera para empujar hacia abajo el valor
del franco cada vez que tal techo se aproximaba. Esto lo hicieron porque
durante la crisis financiera internacional, Suiza se vio inundada de flujos de
capital de inversionistas que buscaban un refugio ante la turbulencia económica
mundial. Ello provocó una apreciación fuerte del franco suizo, la cual empezó a
perjudicar a los exportadores y a la competitividad de la industria suiza.
Durante más de tres años el banco central helvético
pudo defender el techo fijado y evitó un colapso de sus exportaciones, pero al
costo de tener que comprar cantidades masivas de euros en el esfuerzo. Hasta
que ya no pudo más. Lo sorpresivo es que el banco nacional suizo no haya cedido
de manera gradual (elevando escalonadamente el techo cambiario), sino que lo haya
hecho abruptamente dejando flotar al franco en ascenso libre.
La razón de tal precipitación parece ser que el Banco
Central Europeo está a punto de anunciar medidas de “facilitación cuantitativa” (es decir, un aumento de la
emisión monetaria) por 2 millardos de euros, lo que depreciaría al euro y haría
insostenible el techo autoimpuesto para el franco suizo, pues el banco central
helvético ya no podría seguir comprando cantidades ingentes de euros.
Lo ocurrido en Suiza y Europa puede entrañar algunas lecciones
para Guatemala, donde también se ha producido una apreciación del quetzal
(respecto del dólar estadounidense), acelerada en meses recientes no sólo por
el fuerte flujo de remesas familiares y de capitales especulativos (que
aumentan la oferta de dólares en el mercado), sino también por la caída en
picada en el precio del petróleo y sus derivados (que reduce la demanda de
dólares en el país).
El Banco de Guatemala –Banguat- ha reaccionado
comprando cantidades importantes de dólares, aunque permitiendo (conforme la
regla cambiaria vigente) una apreciación gradual del quetzal. Si bien esto es
menos contundente que establecer un límite a la apreciación cambiaria (como
Suiza en 2011), resulta más prudente para un país pequeño como el nuestro y evita una eventual reversión
abrupta (como Suiza en 2015). Ahora bien, los efectos de la apreciación del
quetzal sobre la actividad productiva son equivalentes a una restricción de las
condiciones monetarias, lo cual aconsejaría contrarrestar dicha apreciación con
medidas de expansión monetaria.
Esto lo sabe bien el Banco Nacional Suizo que, al mismo tiempo que
abandonó el techo cambiario, redujo su tasa de interés agresivamente, con lo
que los bancos deben pagar ahora más que antes por el privilegio de refugiar sus
reservas en la banca suiza, lo cual debe inducirlos a mover su dinero a otra
parte, ayudando así a depreciar el franco. El Banguat debe tomar nota de esta
lección y, aunque ya redujo (en noviembre) su tasa líder de interés, la
continua apreciación del quetzal y la rápida caída del precio de los
combustibles deberían aconsejarle algo más de agresividad en el relajamiento
monetario.