Hasta ahora los usuarios del bitcoin están
contenidos a un grupo relativamente pequeño y selecto
Hace unos días se publicó una noticia con
declaraciones de Jon Matonis (un impulsor del uso de monedas electrónicas en el
mundo) quien, a nombre de la Fundación Bitcoin, aseguraba que “América Latina
es el gran mercado al que apunta la moneda virtual bitcoin", noticia que
atrajo de nuevo la atención sobre esta moneda digital inventada en 2009
por Stoshi Nakamoto (un misterioso
hacker que no se sabe si es una persona o un grupo de personas). Como una
criatura informática el Bitcoin es, en esencia, una moneda fiduciaria pues
posee valor solamente si existen usuarios que la acepten.
Los bitcoins pueden ser emitidos, no por una autoridad
central, sino por cualquiera capaz de resolver –utilizando una potente
computadora personal- problemas matemáticos extremadamente complejos que son
diseñados y actualizados por el propio sistema informático de redes. Tales
problemas se vuelven automáticamente cada vez más difíciles, de manera que la
oferta de bitcoins no pueda crecer demasiado rápidamente (como el patrón oro,
entonces, el diseño del bitcoin es deflacionario).
Para evaluar el desempeño del bitcoin hay que ver si
cumple las tres características básicas de una moneda: servir como unidad de
cuenta, medio de pago y depósito de valor. Como medio de pago, los bitcoins
están siendo aceptados por un creciente número de minoristas en línea, y han
proliferado los sitios virtuales donde se facilita su canje por monedas
convencionales. Las transacciones en Bitcoin son menos costosas que, por
ejemplo, las compras con tarjeta de crédito y, al contrario de éstas, no pueden
ser revertidas, lo cual las hace atractivas para (y facilitadoras de) el
comercio en internet.
Como medio de pago, sin embargo, los bitcoins no ha
sido tan efectivos debido a que su valor (medido en dólares) ha fluctuado
ampliamente y de forma abrupta. Y como unidad de cuenta no ha funcionado, pues
no existe un marco de referencia de precios (en salarios o precios de insumos)
en bitcoins (independiente del tipo de cambio dólar-bitcoin). De manera que el
uso del bitcoin no se generalizará mientras que el software requerido para usarlo
siga siendo tan complejo y mientras su valor siga siendo tan volátil como
ahora.
Hasta ahora las transacciones en Bitcoins son bastante
anónimas, lo que aunado a su facilidad de uso las hace atractivas para la
canalización de dinero criminal o para la compra de drogas ilícitas en línea,
razones por las cuales las autoridades regulatorias estadounidenses ya están
amenazando con querer limitar su uso (no sólo en Estados Unidos).
Además, los bitcoins no son tan seguros: los hackers
pueden robarlos de los monederos virtuales de sus usuarios, tal como ocurrió
con MtGox, el principal operador de bitcoins en Japón que a principios de año
tuvo que acogerse a la ley de quiebras tras sufrir un robo por US$500 millones.
Aún si el bitcoin lograra afianzarse, nada impide que
pueda caer víctimas de su propio éxito ya que, en la medida en que más usuarios
se suman a la red que lo genera, la cantidad de datos que debe circular entre
ellos para validar su asignación crece, lo cual hace que el sistema se vuelva
lento. Eso ha ocasionado que empiecen a surgir otras monedas digitales como
Litecoin o Ripple, que ofrecen ser más amigables para el usuario no experto en
informática (que amenazan con desplazar al pionero bitcoin, tal como antes
ocurrió con otros difuntos emprendimientos en internet como Napster o MySpace).
Hasta ahora, los usuarios del bitcoin están contenidos
a un grupo (relativamente pequeño y selecto) de frikis informáticos,
libertarios y usuarios-vendedores de drogas ilícitas. Pero esta realidad de hoy
no tiene por qué seguir siendo igual, especialmente si el sistema financiero
internacional no recupera la estabilidad y credibilidad perdidas en la crisis
de hace seis años y no surge otra alternativa.
En tal caso el bitcoin –o la(s) moneda(s) virtual(es) que lo sucedan
cuando aquél desaparezca- podrá florecer en el futuro y cambiar el panorama del
sistema financiero internacional si supera dos restricciones: ganar una masa
crítica de usuarios que le dé estabilidad, y lograr que
los estados acepten el pago de impuestos con bitcoins. Para empezar, Dominica
(y sus 70 mil habitantes en medio del Caribe) la adoptará como moneda oficial
en marzo de 2015.