viernes, 27 de mayo de 2011

Los Costos de la Violencia

Los tristes e indignantes hechos de violencia que ocurren en Guatemala, como los acaecidos hace algunos días en Petén, tiene severas consecuencias humanas, sociales y políticas, pero también tienen nocivos efectos económicos. Es menester cobrar conciencia de esos costos, como también lo es señalar que, en gran medida, la narco-violencia tiene su origen en la demanda de estupefacientes que no se atiende efectivamente en los países industrializados.

POLÍTICAS PÚBLICAS
LOS COSTOS DE LA VIOLENCIA

La violencia criminal le cuesta a Guatemala casi Q25 millardos (7.7% del PIB) cada año

La violencia criminal asociada al narcotráfico acarrea una serie de nefastas consecuencias sobre múltiples aspectos de la vida nacional. Además de su terrible impacto en términos de sufrimiento humano, los actos de barbarie cometidos por el crimen organizado también generan elevados costos económicos que agravan esta tragedia, costos que conviene identificar y cuantificar para combatir este flagelo de manera más efectiva.
Un estudio recientemente publicado por el Banco Mundial titulado Crimen y Violencia en Centroamérica (Un Desafío para el Desarrollo), estima que en Guatemala se pierde más del 1.4% de la producción nacional cada año, en términos del valor económico medido en años de vida perdidos por discapacidad a causa de la violencia. También revela que las empresas guatemaltecas reportan costos y pérdidas equivalentes a casi un 4% del total de sus ventas debido a la violencia. Cuando a estos costos asociados a la salud y a la seguridad privada se les suman los gastos institucionales (seguridad pública), se tiene que la violencia criminal le cuesta a Guatemala casi Q25 millardos (7.7% del PIB) cada año. En contraste, Costa Rica solamente gasta un 3.5% de su PIB en eso asuntos.
Si el índice de homicidios se redujese en 10%, el PIB guatemalteco podría ser casi un 1% (Q2.2 millardos) mayor cada año. El estudio señala que el narcotráfico no sólo está estrechamente relacionado con las altas tasas de homicidios a nivel nacional, sino que también es una causa fundamental de la extendida corrupción del sistema de justicia penal. Estas estimaciones del Banco Mundial, si bien no son exactas, son muy certeras en señalar que la narco-violencia entraña un elevadísimo costo en términos de crecimiento económico, ingresos y calidad de vida de la población.
Aunque quizá este tipo de análisis no esté diciendo nada que no sepamos por experiencia propia, siempre es útil ordenar y sistematizar la información para enfocarse en los desafíos cruciales que debemos enfrentar. En primer lugar, hay que entender que el tema central detrás de los elevados niveles de violencia criminal es el tráfico de drogas hacia los Estados Unidos de América. El grave problema de inseguridad que sufre nuestro país es, por lo tanto –y hay que decirlo en voz alta-, un asunto de naturaleza regional con un claro cariz geopolítico.
Por el lado de la prevención, no es ninguna novedad que una de las recomendaciones del estudio sea enfocar los esfuerzos en la atención a los jóvenes (especialmente hombres) más vulnerables, pues en dicho grupo está el grueso de las víctimas y de los victimarios. Por el lado del combate al crimen, tampoco es novedoso el énfasis que se pone sobre la necesidad de mejorar la coordinación interinstitucional de las agencias estatales encargadas del tema, tal como lo establece la propia Ley del Sistema Nacional de Seguridad, la cual está vigente desde hace dos años pero que, por desidia, negligencia o sabotaje, no ha sido aplicada en la práctica.
Muchas de las acciones de política pública en materia de seguridad están ya identificadas pero la ausencia de varios factores clave impiden su aplicación: falta voluntad política, falta capacidad de gestión estatal, y falta un involucramiento más comprometido de los actores que, disimulada o abiertamente, influyen sobre las instituciones de seguridad y justicia: los colegios profesionales, las cámaras empresariales, las universidades, etcétera.
Pero, siendo las cosas como son, existe un debate incluso más importante que, por diversas razones, no ha sido encarado con la franqueza, humildad y prontitud que las circunstancias ameritan: es menester debatir públicamente, a nivel de opinión pública y de diplomacia, nacional y regionalmente, sobre la validez del paradigma vigente en cuanto a prohibir el consumo de drogas. La “guerra contra las drogas” que inició George Bush (padre) hace veinte años ha generado en Centroamérica un aumento del crimen y la corrupción que está minando las bases mismas de nuestro sistema democrático.Bien vale la pena reflexionar si conviene tratar el consumo de drogas no como un tema penal, sino como un asunto de salud pública; es hora de debatir si su legalización (con los riesgos que entraña) es menos costosa que la tragedia que hoy estamos viviendo.

Comentarios de los Lectores
Mar, 05/24/2011 - 09:38 — Estudiante
Le faltó mencionar las causas o raices del narco trafico. Los vendedores de armas que viven en Estados Unidos les conviene que Estados Unidos este comprometido siempre en nuevas guerras porque eso les genera millonarias ganancias. Solamente en Meixico llevan mas de 40 mil mexicanos asesinados en Guatemala nunca se ha mencionado la cadena de periodistas masacrados durante los gobiernos militares dirigidos por asesinos. Le recomiendo al columnista que lea La Columna de Marielos Monzon en Prensa Libre de hoy donde menciona valientemente los asesinatos en contra de campesinos indefensos a orillas del Rio Polochic por ordenes de la familia Wedman.Si no existiera como motivo las drogas cualquiera de nuestras naciones en latinoamerica estarian en guerra contra sus vecinos. Por favor que alguien me responda : QUE NACION ES LA QUE VENDE LAS ARMAS PARA MATAR ? EN QUE NACION ES DONDE SE CONSUME LA DROGA QUE PASA POR NUESTROS PATIOS ? CUANTOS CABEZONES HAN SIDO DETENIDOS EN ESTADOS UNIDOS POR ESTOS DELITOS DE GENOCIDIO. Porque mantiene contacto Roxana Baldetti con el dueño de la finca en El Peten donde ocurrio la masacre y a donde ella llegaba a bordo de un helicoptero. (Siglo XXi de ayer).

viernes, 20 de mayo de 2011

Exportación de Otro Tipo

Ahora que Obama está (otra vez) tratando de impulsar una reforma migratoria en los EE.UU., la diplomacia chapina debería aprovechar para darle un nuevo enfoque y un nuevo impulso a la posición de Guatemala respecto de nuestros migrantes y el trato que les dan en el Norte. Para eso hay que entender la dimensión económica de las migraciones y sus flujos derivados, incluyendo las remesas.

§ POLÍTICAS PÚBLICAS

EXPORTACIÓN DE OTRO TIPO

La migración y las remesas son, en términos prácticos, fenómenos económicos que deben comprenderse adecuadamente

En el primer trimestre de 2011 el valor de las exportaciones guatemaltecas (de bienes y servicios) hacia Estados Unidos rondó los mil millones de dólares. Curiosamente, los flujos de remesas familiares hacia Guatemala alcanzaron una cifra similar durante el mismo período. Las remesas, podría decirse, reflejan una “exportación” de lo que en términos económicos se conoce como factores de producción: de la misma manera que una empresa transnacional estadounidense operando en Guatemala repatría utilidades hacia el país del norte (como pago al factor capital “exportado” desde allá), los migrantes guatemaltecos residentes en California repatrían remesas (como pago al factor trabajo “exportado” desde acá).

A raíz de la recesión económica de Estados Unidos en 2009 –que, a su vez, generó una ola anti-inmigración en ese país-, el flujo de remesas familiares hacia nuestro país se redujo sensiblemente, lo cual generó dudas respecto de si la época de los grandes flujos de remesas estaba llegando a su fin. La firme recuperación de tales flujos en meses recientes parece indicar que lo acontecido en 2009 fue un fenómeno estrictamente temporal que no podrá ser revertido por ninguna medida anti-inmigración. Entre enero y abril del presente año, las remesas recibidas en Guatemala eran mayores en casi 9% a las de similar periodo del año previo.

La más reciente encuesta sobre remesas para Guatemala, publicada por la Organización Mundial para las Migraciones –OIM-, indica que los guatemaltecos residentes en el exterior y que envían remesas representaban el 11.4% de nuestra población, proporción que ha seguido aumentando pese a la crisis estadounidense (en 2002 ese porcentaje era 10.5%); con ello el número de connacionales en el exterior llegaría a aproximadamente 1.4 millones, de los cuales más del 97% reside en los Estados Unidos.

El hecho de que el número de guatemaltecos que viajan al exterior en busca de mejores oportunidades continúe creciendo tiene, evidentemente, una connotación negativa que desnuda la realidad de un país incapaz de otorgar a sus ciudadanos las oportunidades necesarias para su realización material y humana. Pero, al mismo tiempo, tiene una connotación positiva que revela la capacidad de los guatemaltecos de ser productivos cuando cuentan con el entorno adecuado (en términos de infraestructura, imperio de la ley y oferta de oportunidades) que no encuentran en nuestra tierra pero que, en el Norte, les permite generar ingresos suficientes no sólo para subsistir sino para enviar excedentes de vuelta a casa.

Independientemente de calificaciones subjetivas, la migración y las remesas son, en términos prácticos, fenómenos económicos que deben comprenderse adecuadamente: en tanto existan las enormes diferencias que se observan en la riqueza de los países, los flujos de trabajadores (y de remesas), legales o ilegales, seguirán siendo parte importante de la economía mundial, y con mayor razón en el caso de dos economías tan dispares y geográficamente cercanas como las de Guatemala y Estados Unidos.

La política exterior guatemalteca tiene en este campo múltiples argumentos a su alcance para impulsar (preferentemente en coordinación con nuestros vecinos) una agenda diplomática y de opinión pública respecto de la política migratoria estadounidense y, para ello, podría aprovechar los gestos (electoreros o no) del presidente Obama en cuanto a emprender una reforma migratoria.

La hostilidad y las iniciativas de ley contra los inmigrantes en los estados fronterizos de los Estados Unidos deberían irse desvaneciendo en la medida en que la actividad económica y el empleo continúen fortaleciéndose. Los elementos extremistas del partido Republicano deberían ser desplazados por políticos más pragmáticos que entienden que la inmigración imprime juventud, fortaleza y dinamismo a la economía (y a la sociedad) estadounidense, cuyo éxito se basa en gran medida en la “importación” de dinero, talentos y trabajadores.

Y, en ese sentido, nuestra diplomacia debería insistir en los argumentos que demuestran sólidamente que una reforma migratoria que asegure un mejor trato a nuestros compatriotas emigrantes no es cuestión de pedir privilegios, sino que se trata de un negocio que, a fin de cuentas, resulta favorable para ambos países.

viernes, 13 de mayo de 2011

Año Electoral y Estabilidad Económica

Pese a todas sus debilidades y defectos, la economía guatemalteca posee un importantísimo activo intangible: su récord de estabilidad macroeconómica sostenida durante las últimas dos décadas. Obtenerla ha costado una buena dosis de esfuerzo y sacrificio pero, a pesar de ello, ha valido la pena porque, sin estabilidad económica, las ya precarias condiciones de vida de los sectores más vulnerables de la población serían incluso peores. Por ello es preocupante que en este año electoral, como no se había visto en los cuatro anteriores, se barrunten nubes negras en el horizonte macroeconómico...

§ POLÍTICAS PÚBLICAS

AÑO ELECTORAL Y ESTABILIDAD ECONÓMICA

dÚnicamente el tipo de cambio y crecimiento de los depósitos bancarios parecen verse afectados por el año político

Existe una relación de doble vía entre la economía y la política; el desempeño económico puede afectar los resultados de los procesos políticos, a la vez que las decisiones y acciones tomadas en el ámbito político tienen repercusiones sobre las variables económicas. Ahora que oficialmente ha comenzado la campaña electoral, resulta oportuno analizar qué tipo de efecto (positivo o negativo) pueden ejercer estos procesos políticos sobre economía nacional, tal como se hace en un reciente estudio de la empresa Consultores Para el Desarrollo –COPADES-, de Guatemala, que se enfoca en la relación entre los ciclos políticos y la estabilidad macroeconómica.

En una parte del estudio se analiza el comportamiento de diez variables económicas relevantes (como, por ejemplo, el crecimiento económico, el crédito bancario, las tasas de interés, la deuda pública, o el tipo de cambio) durante los años electorales, y se le compara con el comportamiento promedio de esas mismas variables durante los últimos dieciséis años, a fin de analizar cuán atípicamente se han comportado durante los procesos electorales.

Los resultados que arroja el estudio resultan interesantes pues reflejan que, en general, los años electorales no entrañan movimientos bruscos ni atípicos en las principales variables macroeconómicas. Únicamente el tipo de cambio y crecimiento de los depósitos bancarios parecen verse afectados por el año político. Las demás variables muestran una asombrosa estabilidad en época de elecciones: incluso el déficit fiscal y la deuda pública (variables ambas muy proclives a manipulaciones electoreras) se han mantenido tradicionalmente bajo control en los últimos tres lustros, incluyendo los periodos electorales, lo que demuestra que la estabilidad económica es no sólo un valor entendido a nivel social, sino un activo intangible del país que los gobiernos y la sociedad deben esforzarse en preservar.

El estudio de COPADES revela, sin embargo, que existen dos variables económicas que muestran un comportamiento anormal sensible durante los procesos electorales. Por una parte, el tipo de cambio tiende a elevarse más de lo habitual cuando hay elecciones generales, lo que se explica por la propensión de los agentes económicos a trasladar sus activos financieros hacia productos expresados en dólares como una medida encaminada a preservar el valor de los mismos ante la incertidumbre que, inevitablemente, se asocia a los eventuales resultados de los comicios. Por otra parte, el crecimiento de los depósitos bancarios tiende a reducirse en los años electorales en comparación con otros años del periodo, lo cual refleja también una respuesta de los agentes económicos ante la incertidumbre política, que se manifiesta en una mayor preferencia por activos líquidos (dinero en efectivo) que hace que disminuya relativamente el monto de los depósitos bancarios.

El presente año, no obstante lo indicado, podría mostrar un comportamiento diferente al de otros años electorales. Empezando por el ámbito fiscal, este año se prevé un déficit que, por tercer año consecutivo, será superior al 3% del PIB, porcentaje que no sólo está significativamente por encima del promedio de los últimos tres lustros (2% del PIB) sino que supera al de cualquiera de los últimos años electorales. De manera que la estabilidad fiscal que había prevalecido en los ciclos políticos de la historia reciente parece que empezara a perderse.

El tipo de cambio, por su parte, ha registrado una importante apreciación (reducción) en los primeros meses de 2011, de manera que, aunque es muy posible que dicha variable cambie de tendencia (empezaría a depreciarse) durante la campaña electoral, ello no será suficiente para que, como en otros años electorales, registre una depreciación al finalizar el año, comparado con 2010. Y los depósitos bancarios, contrario a otros años electorales, se están acelerando luego del estancamiento que sufrieron a raíz de la crisis económica de 2009.

Ojalá que el gobierno entrante, cualquiera que sea su signo partidario, no encuentre una situación económica inestable, y que cualquier comportamiento volátil que pueda estarse gestando atípicamente durante el actual proceso electoral pueda ser rápidamente revertido hacia la estabilidad que tanto ha costado construir en los últimos lustros.

viernes, 6 de mayo de 2011

El Valor de la Reputación

El manejo de la deuda pública es un elemento clave utilizado para evaluar el desempeño macroeconómico de cualquier país. Tradicionalmente en Guatemala, la deuda pública se ha manejado con adecuada responsabilidad, con contadas excepciones en el pasado. Aunque los indicadores de la deuda soberana de Guatemala siguen estando entre los mejores del Hemisferio, recientemente se han presentado algunos factores que ponen en riesgo la credibilidad que tanto ha costado construir: un aumento sospechosamente veloz del endeudamiento, la utilización de préstamos para financiar gasto recurrente, y la acumulación de un monto posiblemente elevado de deuda flotante. Es urgente retomar el camino del manejo prudente de la deuda.

§ POLÍTICAS PÚBLICAS

EL VALOR DE LA REPUTACIÓN

Ganarla requiere de un esfuerzo prolongando, pero es tan frágil que puede perderse muy rápidamente

Una buena reputación es un activo intangible de fundamental importancia para la vida de cualquier individuo, y también de cualquier Estado; ganarla requiere de un esfuerzo prolongando, pero es tan frágil que puede perderse muy rápidamente. Pese a sus múltiples problemas, el Estado de Guatemala ha podido construir, a lo largo de los años, una reputación de prudencia y responsabilidad en el manejo de la deuda pública que vale la pena preservar.

Con las excepciones de la obscura deuda de CELGUSA –que nunca fue formalmente una deuda estatal- y la “deuda inglesa” del siglo XIX, Guatemala nunca ha incumplido con sus obligaciones soberanas al exterior y ha logrado mantener unos indicadores de deuda ejemplares en el contexto latinoamericano. Sólo la descomunal irresponsabilidad fiscal del gobierno de Lucas García, que descalabró por completo la economía del país, dañó notablemente la buena reputación financiera ganada a lo largo de los años, la cual sólo pudo empezar a recobrarse a partir de los dolorosos ajustes iniciados en la década de los noventa del siglo pasado.

Aunque para el ciudadano de a pie resulta a veces difícil aquilatar la utilidad de tener una economía estable, un buen manejo de la deuda pública y una buena reputación en los mercados financieros internacionales, para los líderes políticos, empresariales y sociales debería ser esencial comprender que si se pierden esos factores –estabilidad y reputación-, las consecuencias pueden degenerar en una crisis que agrave las condiciones de pobreza e ingobernabilidad del país.

De no haber sido por la estabilidad económica y el manejo financiero responsable logrados en los últimos veinte años, Guatemala quizá habría sufrido mucho más los embates de la gran crisis mundial de los últimos años que, afortunadamente, nos sorprendió con un déficit fiscal relativamente bajo, abundantes reservas monetarias internacionales, deuda pública baja, expectativas inflacionarias ancladas que permitieron al banco central reducir las tasas de interés, y un sistema financiero en proceso de fortalecimiento dentro de un nuevo marco legal.

Incluso el entonces ministro de Finanzas, Juan Alberto Fuentes, se dio el lujo de aplicar una política fiscal moderadamente anti-cíclica (expansiva) para contrarrestar los efectos recesivos de la crisis, lo cual habría sido impensable si las variables macro no hubiesen estado bajo control. Si bien la crisis afectó la economía y redujo el ingreso per cápita, las condiciones de estabilidad y la reputación financiera del país posibilitaron que los flujos de capital continuaran financiando la actividad productiva privada y gubernamental.

Sin embargo, existen límites a lo que el gobierno puede hacer para mitigar los efectos de una crisis mundial: la idea original detrás de la política fiscal expansiva impulsada en 2009 era que ésta fuera estrictamente temporal. El déficit fiscal debía reducirse gradualmente del pico de 3.3% (como porcentaje del PIB) ese año, a sus niveles históricamente sostenibles de menos de 2%. Eso no se cumplió y el déficit fiscal ha continuado rondando el 3% del PIB en 2010 y 2011, lo cual ha requerido que el gobierno aumente aceleradamente su ritmo de endeudamiento.

La deuda pública no es mala per se, siempre que se destine a financiar obras de infraestructura que aumenten la capacidad productiva del país. Lo auténticamente alarmante es que el ritmo de endeudamiento se está acelerando, cuando debería decelerarse; que, en violación de la Ley Orgánica del Presupuesto y de toda prudencia económica, se estén usando préstamos para pagar gastos corrientes (como el aumento de sueldo de los maestros); que exista una deuda flotante que nadie sabe a cuánto asciende ni qué obras financió (razón por la cual el propio Fondo Monetario Internacional ha aconsejado una auditoría externa de dicha deuda antes de reconocerla).

Todos estos factores son una amenaza a la estabilidad financiera del Estado guatemalteco, tan arduamente lograda. El mantenimiento de la reputación de estabilidad financiera del país debe ser una prioridad, pues de lo contrario las consecuencias pueden nefastas para el bienestar de los guatemaltecos, especialmente de los menos privilegiados. Bien dijo Cervantes que una onza de buena fama vale más que una libra de perlas.

Comentarios de los Lectores
  • Claro está que la reforma fiscal es muy recomendada para nuestro país en estos momentos, no es justo que solo los pobres paguemos impuestos mientras que los empresarios se hacen cada vez más
    ricos y ni siquiera son capaces generar fuentes de empleo para la población, de hecho esa es su principal función como sector empresarial y en vez de eso lo que haces es evadir impuestos.

se dan cuenta que es necesario apoyar una reforma fiscal, y tanto que la han
criticado, pero me alegra que sea este gobierno el que este impulsando dicha reforma, y no otros que solamente quisieran hacerlo para beneficio propio y no de la población, con esa reforma estaríamos ya mejor todos

Yo apoyo con todo la propuesta hecha por el gobierno sobre la reforma fiscal, con esto por lo menos tendrá un poco más el ejecutivo para el ejecutar el gasto público en catástrofes, y desastres
naturales. Es necesario que en Guatemala los que tienen más, paguen así como tienen, y no seguir robándole a la gente pobre.

En Guatemala son los ricos los que construyen la riqueza, son los que tienen el
mayor control adquisitivo del país, y esto no es gracias a su esfuerzo, ni a su sudor diario, ni mucho menos que sea por inteligencia en los negocios, muchos solo lo han heredado. Pero lo cierto es que teniendo todo eso, son los que menos invierten en el país, son los que menos tributan, y son los que menos
desean apoyar una reforma fiscal, si el que nada debe nada teme.

Y que con esto, solo los mas pobres deben de pagar por lo que consumen, si los empresarios son exonerados de materias primas para que puedan trabajar en Guatemala, y por que ellos no son generadores de empleo, y no se les cobra por eso que no pagan, porque si hablamos de la reputación, entonces temo decir que los empresarios ni tienen esta, sino solo las primeras letras de esa palabra, pues
no conocen nada de la verdadera realidad de Guatemala, una reforma fiscal vendría bien en estos momentos de la vida.

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