viernes, 13 de marzo de 2009

El Resto del Mundo También Existe

En junio de 2007, cuando empezaba a publicar columnaas en Siglo XXI, escribí esta que se relaciona con la ausencia de una política exterior proactiva y el provincianismo que caracteriza a nuestros gobernantes en materia de relaciones exteriores. Me parece que lo que escribí hace más de año y medio continúa teniendo validez. Ahí les va.
§ POLÍTICAS PÚBLICAS

EL RESTO DEL MUNDO TAMBIÉN EXISTE
Quizá porque nuestra economía es pequeña, o porque hemos tenido poco peso relativo en el concierto de las naciones, o por ambas razones, el diagnóstico de los problemas nacionales y el diseño de las políticas públicas llamadas a solucionarlos suele hacerse pretendiendo inventar el agua azucarada, sin consideración de cómo funciona y nos afecta el resto del mundo. Este enfoque un tanto provinciano y ciertamente localista ha impedido (o, en el mejor de los casos, retardado) la adopción de medidas oportunas y apropiadas en muchos ámbitos de la vida nacional. Hoy en día ningún país, conglomerado o individuo puede ni debe estar aislado de la realidad internacional. El mundo moderno demanda que nos relacionemos activamente, que interactuemos, que aprendamos y que mantengamos relaciones de cooperación con personas y colectivos del extranjero, que generen la obtención de mutuos beneficios.
Resulta por eso muy refrescante que en la Agenda Nacional 2008-2011, propuesta por ASÍES hace algunas semanas, se privilegie la política exterior y las relaciones internacionales como una de las cinco áreas estratégicas para nuestro país. Es de particular relevancia el énfasis que la referida agenda pone en el establecimiento de una doctrina de política exterior, la cual debe servir de fundamento a una política de Estado, es decir, una política de largo plazo a ser impulsada por el Ejecutivo, sin importar su signo partidario. Dicha doctrina debe basarse en una identificación precisa de los principales intereses del país y de los desafíos que ha de enfrentar a lo largo del tiempo.
Es importante que los candidatos a dirigir los destinos del país en el próximo cuatrienio confieran a su propuesta de política exterior un rol primordial dentro de sus planes de gobierno. Tal propuesta debe plantear un mayor dinamismo en las relaciones internacionales y alinearlas con los grandes objetivos nacionales, en el entendido de que la política exterior es mucho más que las simples relaciones públicas o el mercadeo del país. Ello también requerirá del fortalecimiento institucional de los órganos de servicio exterior.
La imagen internacional de Guatemala aún padece la sombra de su convulsa historia reciente y de las serias dificultades que aún enfrenta en muchos campos, especialmente en el de la seguridad; si bien debemos reconocer que nuestra imagen externa ha ido mejorando paulatinamente en los últimos años, es preciso adoptar una clara política internacional que vaya más allá de las buenas relaciones públicas con la gran potencia del Norte: urge estrechar relaciones con economías emergentes (como India, Sudáfrica o Indonesia) con quienes compartimos intereses en diversos foros multilaterales.Una estrategia coherente, de Estado, es decir, de largo plazo para estructurar las relaciones exteriores del país tendrá beneficios que van más allá de los que pueden obtenerse conformándose con ser un buen (y pasivo) vecino.

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